Coro de la AA del Teatro de la Maestranza; Niños Cantores de la Escolanía de Los Palacios; Camerata Vocal Concertante; Coro de la Sociedad Musical de Sevilla; Coro de la Universidad de Huelva; Coro del Ateneo de Sevilla; Coro Manuel de Falla del Conservatorio Superior de Sevilla; Orfeón Portuense; Orfeón Virgen de la Escalera de Rota. Pedro Halffter, director. Programa: "Carmina Burana" de Carl Orff.
Teatro de la Maestranza. Jueves 22 de diciembre
Con un variado repertorio distribuido por la geografía española, que incluye El Mesías de Händel, varias veces interpretado en Sevilla, pero también el Magnificat de Bach, aún no estrenado aquí en su versión participativa, que se haya optado por Carmina Burana, tan sólo ocho meses de constituir la pieza central de los fastos del 20 aniversario del Maestranza y la ROSS, nos parecía poco estimulante; hasta que asistimos a la primera función; entonces nos han entrado ganas hasta de repetir y volver a imbuirnos del espíritu de confraternización, el amor por la música y la cohesión y compenetración en torno a un mismo fin y una misma pasión.
Dicho esto sólo cabe felicitar a todas las voces de cada uno de los ocho coros, incluidos los muy ocupados niños y niñas de la Escolanía de Los Palacios, que obraron el milagro de sonar al unísono, sin apenas confusión. También a ésta nuestra cada vez más magnífica orquesta, nunca eclipsada por las numerosísimas voces. Y los solistas, con el teatral Domèmench a la cabeza repitiendo el rol con el que nos deleitó en abril; la soprano de timbre extremadamente agudo Judith Pezoa, cuyo Dulcissime estuvo a la altura de las circunstancias, si bien manifestó un legato algo insuficiente en In trutina; y el barítono Thomas Mohr, prodigio de potencia y proyección, a pesar de alguna descompensación en Estuans interius y Dies, nos et omnia. Y por supuesto enhorabuena a Pedro Halffter, a quien se pudo ver muy satisfecho con este festival de buena voluntad e inmarchitable ilusión frente a las inconveniencias del momento.
Para el recuerdo, la perfecta cohesión de todos los elementos en el emocionante bloque final, desde Tempus est iocundum a la repetición del O Fortuna. Y para envoltorio la prodigiosa acústica del Maestranza, convertido en una suerte de Skywalker Studios en el que todo sonaba con la espectacularidad de un sofisticado THX.
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