Guión y dirección Nelly Blomkamp Fotografía Trent Opaloch Música Ryan Amon Intérpretes Matt Damon, Jodie Foster, Sharlto Copley, Alice Braga, Wagner Moura, Diego Luna, William Fichtner, Josh Blacker, Brandon Auret
Estreno en España 14 agosto 2013
El hecho de que los ricos sean cada vez menos y más ricos y que los pobres sean más y cada vez más pobres es una realidad que va creciendo y de la que dos producciones se han hecho especialmente eco en los últimos meses. Por un lado teníamos la fábula romántica ambientada en dos mundos opuestos y diametralmente contrarios en cuestión de bienestar, Entre dos mundos o Upside Down de Juan Solanas, y esta nueva película del director sudafricano Neill Blomkamp. La proporción es aún más abismal en ésta, donde los multimillonarios disfrutan de una vida armoniosa y apacible al son de Bach en una estación espacial acondicionada como si de unos jardines colgantes en los Emiratos Árabes se tratara; los pobres por el contrario se hacinan en ciudades caóticas, ruinosas, malolientes y cochambrosas, al más puro estilo de las favelas de Río de Janeiro, con un toque de ático chino, ese que este verano ha saltado a las portadas de los medios por construir un monte y una selva en lo más alto de un edificio sin consentimiento de las autoridades. Una realidad que tenemos hoy, en la que solo unos pocos disfrutamos calidad de vida, mientras otros, muchos, nos observan y nos invaden en incómodas pateras por las que pagan toda su pequeña fortuna y arriesgan sus miserables vidas. Pero hoy lo vivimos con la comodidad que proporciona la mirada velada, la conciencia ausente, como si no fuera con nosotros; mientras en el film de Blomkamp nos situamos un siglo por delante para que esa diferencia social y humana sea más patente y evidente, en términos de parábola moral sobre la condición humana, la mezquindad y el instinto animal no por la supervivencia sino por la ambición más desmedida y cruel. En medio de todo este caos surge, cómo no, un Mesías llamado involuntariamente a cambiar el orden de las cosas, y a crear una situación más justa e igualitaria, lo que conlleva resoluciones ingenuas y facilonas que poco favor le hacen a tres cuartos iniciales de película que funcionan precisamente por plantear con inteligencia, ingenio, creatividad, coherencia y transparencia un universo letal y apocalíptico en el que se enarbola la bandera del aviso, la advertencia de que un día esto nos puede ocurrir a nosotros y que quienes hoy abusan de nuestra confianza pueden encontrar una respuesta ofensiva a sus actos impunes y descarados. Blomkamp ha contado para esta nueva crónica social y política con traje de ciencia-ficción con más medios que en su anterior y muy exitosa película, Distrito 9, con la que logró cuatro nominaciones al Oscar, y cuyo protagonista, Sharlto Copley, interpreta aquí a un malo de antología. Y es que al final la cinta acaba siendo otra confrontación entre los sempiternos bien y mal, Damon de un lado y Foster del otro, quedando desdibujados quienes en medio de estos dos tradicionales conceptos trafican con la desgracia y la fortuna de los demás, esas sanguijuelas que hablan español (el héroe habla inglés y los ricos francés) y sobre los que el guión del propio Blomkamp no emite juicio de valor. A la cinta, entretenida e interesante, le sobran las pesadas peleítas y la moralina general, todo ello concentrado en su cuarto final.
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