Los hermanos Martínez Melero, de Cuenca |
A las puertas del Festival Joaquín Turina de Música de Cámara, uno de los promotores de sus primeras ediciones protagonizó en esa línea el antepenúltimo concierto de este verano. Israel Martínez al violonchelo estuvo flanqueado por su hermano José Manuel al violín y el inquieto e incombustible Michael Thomas a la viola, ambos íntimamente relacionados con la recién recuperada Bética de Cámara.
En los atriles dos tríos para cuerdas muy significativos y apreciados en las carreras de sus respectivos compositores. El de Mozart es en realidad un Divertimento, pero no tan liviano como los de juventud sino a la altura de sus más celebradas páginas camerísticas. Por eso no admite una lectura epidérmica, meramente correcta, como la que ofrecieron los integrantes del Trío Puccini. Exige mayor madurez expresiva y riqueza de matices, a pesar de que los intérpretes consiguieron esquivar favorablemente los inconvenientes de la amplificación acústica. Lograron imprimir su carácter noble, derivado de una alianza fraternal masónica, a pesar de falta de contraste y cierta languidez imperante, solo salvadas en los movimientos más danzarines, de tempi rápidos y resueltos.
Los tres tríos Op. 9 fueron muy apreciados por Beethoven en su momento debido a su exuberancia expresiva, reflejada con acierto y aplomo en una interpretación entre vigorosa y encantadora, si bien en todo momento dominó un sonido áspero no siempre adecuado, con momentos de notable agilidad, como en el presto final atacado en staccato. Thomas no exhibió virtuosismo pero sí seguridad y compenetración, mientras sus jóvenes acompañantes se deslizaron por sus difíciles pentagramas con rigor académico y austeridad emocional, siendo el violonchelo de Israel el más perjudicado como consecuencia del sonido amplificado.
Versión extensa de la crítica publicada en El Correo de Andalucía el 2 septiembre 2013
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