Dirección Stephen Frears Guión Steve Coogan y Jeff Pope, según el libro “The Lost Child of Philomena Lee” de Martin Sixsmith Fotografía Robbie Ryan Música Alexandre Desplat Intérpretes Judi Dench, Steve Coogan, Sophie Kennedy Clark, Mare Winningham, Barbara Jefford, Peter Hermann, Sean Mahon Estreno en España 28 febrero 2014
Curtido en la televisión, el actor británico Steve Coogan se prodiga cada vez más en la gran pantalla (The Trip, La mirada del amor, ¿Qué hacemos con Maisie?), y ahora parece ser el artífice de esta conmovedora película basada en el libro escrito por el periodista y ocasional político Martin Sixsmith, personaje que se reserva, y que cuenta cómo un viaje junto a una singular y sufridora madre le llevó a cambiar en algún que otro sentido su particular visión del mundo en el que vivimos. Judi Dench es esa mujer, simple y bonachona, a la que la descomunal actriz dota de tanto sentimiento como humanidad, porque hay que ser muy grande para incorporar con la misma efectividad a la cerebral e inteligente M de las películas de James Bond y a la sencilla y poco cultivada mujer que ha vivido una tragedia como la que nos narra esta emocionante película. El proverbial parecido que siempre se adjudica a irlandeses y españoles se debe fundamentalmente al protagonismo que desde hace tanto tiempo ha tenido la religión (fucking catholics) en nuestras vidas, y cómo sus postulados han marcado nuestro comportamiento y pensamiento, pasando inevitablemente por la mortificación que su habitual intolerancia ha provocado en nuestras conciencias. El drama que vivimos en este país de los niños robados por órdenes religiosas se repite también en Irlanda, y ahí están Coogan y el estupendo Stephen Frears (Las amistades peligrosas, La reina) para denunciarlo. El daño irreparable infringido a madres solteras, jóvenes e inexpertas, separadas para el resto de sus vidas de sus hijos por castigo divino, es sometido aquí con quirúrgica emotividad a disección por parte de un realizador certero y preciso, que nunca decepciona. El castigo y el rencor enfrentados al amor más grande, sincero y generoso que podamos imaginar, el de una madre condenada a vivir toda su vida con esa mirada de tristeza y melancolía que desprende la impagable Judi Dench, a pesar de esporádicos episodios de ilusión y esperanza potenciados por la candidez de un personaje que destierra el rencor a favor del amor más sincero y generoso. Y todo esto expuesto sin estridencias ni excesos de temperamento, pero tampoco frialdad, utilizando como recursos un guión ejemplar y una interpretación memorable, para llegar así a uno de los títulos más hermosos de cuantos hemos podido disfrutar en los últimos años. Un contraste entre respeto, amor y ternura por un lado e infamia, intolerancia y atropello por el otro, que nos lleva a preguntarnos por qué la Iglesia, en ese juego de poder y ambición que siempre le ha caracterizado, se empeña en generar tanto dolor y sufrimiento allí donde por definición sólo debería aspirar justo a todo lo contrario.
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