Francia-China-Sudáfrica-Brasil-Colombia 2013 77 min.
Dirección Pascal Plisson Guión Marie-Claire Javoy y Pascal Plisson Fotografía Pascal Plisson y Simon Watel Música Laurent Ferlet Intérpretes Jackson y Salome Saikong, Samuel, Gabriel y Emmanuel J. Esther, Zahira Badi, Noura Azaggagh, Zineb Elkabli, Carlito y Micaela Janez Estreno en el Festival de los Campos Elíseos 12 junio 2014; en Francia 25 septiembre 2014; en España 23 enero 2015
Sorprende que esta película ganara el premio al mejor documental en la pasada edición de los César, pues ni es realmente un documental ni merece reconocimiento alguno. Con una línea de partida bastante prometedora, la enorme distancia que sus cuatro grupos de niños protagonistas tienen que recorrer para llegar a la escuela en cuatro puntos distintos del planeta, generalmente poco favorecidos económica y socialmente, la cinta se pierde en sus propósitos y apenas logra transmitir lo que promete. Acomodados en nuestro mundo civilizado, en el que casi todo se nos pone al alcance de la mano, escandaliza que se desaprovechen tantas oportunidades. Resulta alarmante que la educación atraviese tantos problemas y obstáculos y que el índice de alfabetización no se corresponda plenamente con las posibilidades que nuestros gobiernos ponen a nuestro alcance. Por eso es importante fijarse en estos niños que viven en un entorno hostil, sin apenas recursos, pongan tanto empeño diario en llegar al lugar en el que depositan sus esperanzas de futuro, la escuela, la cultura y la educación, cuestiones todas ellas prioritarias para alcanzar la plenitud en nuestra corta estancia en la vida, entenderla mejor y disfrutarla más. Por eso a priori esta película se erigía en estímulo perfecto para impulsar incluso excursiones de colegios y demás instituciones académicas al cine. Sin embargo Pascal Plisson se ha conformado con una película bonita, de colores cálidos, niños amables y música étnica y celestial, sin profundizar en la materia, sin transmitir esa pasión por el saber, por cultivarse y aprender. No se trata de llegar a los niveles de intelectualidad de la estupenda cinta iraní del 2007 Buda explotó por vergüenza, sobre la perseverancia de una niña por asistir al colegio a pesar de las trabas que se ponían en su camino, pues en este caso no se trata de denunciar sino de motivar a nuestros y nuestras estudiantes. Pero de ahí a la escasa entidad de este pastelito, cuyo doblaje al castellano aún potencia más su carácter edulcorado – no es de extrañar que en algunos países la distribuya Disney – va un abismo. Lástima de oportunidad perdida, mal rodada, sin naturalidad merced a un guión preestablecido que le resta credibilidad como documental, e incapaz de traducir en imágenes la inquietud que prometía sobre el papel.
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