Canadá 2012 102 min.
Guión y dirección Michael McGowan Fotografía Brendan Steacey Música Hugh Marsh, Don Rooke y Michelle Willis Intérpretes James Cromwell, Geneviève Bujold, Rick Roberts, Julie Stewart, George R. Robertson, Campbell Scott, Barbara Gordon, Chuck Shamata Estreno en España 9 enero 2015; en Canadá 3 mayo 2013
Sin rastro de los deportes que han protagonizado sus anteriores películas, inéditas entre nosotros, el motociclismo en One Week, el maratón en Saint Ralph y el hockey en Score, el realizador canadiense Michael McGowan nos propone ahora una delicada e intimista historia de amor, respeto y determinación cuyo ritmo premioso no la ayudará en una carrera comercial que merecía ser generosa, por cuanto son éstas las historias que nos ayudan a desarrollarnos y mejorar como personas que viven en sociedad. Coincidiendo su título original, Still Mine, con la esperada interpretación de Julianne Moore de una mujer enferma de alzheimer en Still Alice (Siempre Alice), una recuperada Geneviève Bujold (Ana de los mil días, Fascinación, Coma, Elígeme, Inseparables) da vida a una anciana que contrae la dichosa enfermedad ante los ojos enamorados de su esposo, un inmenso y detallista James Cromwell, para siempre el entrañable granjero de Babe, el cerdito valiente. Lejos de sumergirse en la desesperación, los cónyuges aprovechan para celebrar su relación, basada en el respeto mutuo y la consideración, y bañada por un amor incondicional en el que no resulta difícil adivinar momentos menos dichosos, obstáculos, dudas y superaciones. La necesidad de adaptarse a una nueva vivienda donde salvar los inconvenientes de la enfermedad llevarán al esposo a construirla él mismo, dadas sus habilidades como profesional del rango. Pero chocará con la autoridad y la legislación, siempre presta a interrumpir, limitar y socavar nuestra libertad, disfrazando de justicia lo que no es sino todo lo contrario. La determinación del hombre y las relaciones con quienes le rodean, empezando por unos hijos que procuran hacerle entrar en razón pero sin pretender imponerse en ningún momento, atendiendo más a la razón, el respeto y la empatía que a la obcecación, y amigos dispuestos a devolver los gestos pasados de generosidad que tuvo el buen hombre con ellos, construyen una película tierna y entrañable, sin excesos ni trampas, amparadas en una realización sobria y unas interpretaciones contenidas y delicadas.
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