XXV Temporada de Conciertos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. John Axelrod, director. Programa: Donde se forjan las quimeras, de Nuria Núñez Hierro; New Era Dance, de Aaron Jay Kernis; Sinfonía nº 9 « Del Nuevo Mundo » de Dvorák. Teatro de la Maestranza, jueves 15 de septiembre de 2015
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La Giralda de Kansas City |
La Avenida Kansas City de Sevilla responde al hermanamiento entre esta ciudad norteamericana y la nuestra en 1956, una iniciativa de Eisenhower motivada por la pasión del arquitecto estadounidense J.C. Nichols por la arquitectura española, que le llevó a proyectar una réplica de la Giralda y la Plaza de la Virgen de los Reyes en pleno corazón de la ciudad del blues y el jazz. La llegada del tejano John Axelrod a la dirección artística de la ROSS supuso un concierto inaugural que se tradujo en un nuevo hermanamiento entre el viejo y el nuevo continente, esta vez a través de la música. Dos conceptos muy distintos de enfocar la música contemporánea se apropiaron de una primera parte muy oportunamente iniciada con una joven compositora gaditana de proyección internacional, Nuria Núñez, ausente de la sala por disfrutar de una beca precisamente en Estados Unidos. Su música no es ajena al público sevillano, que ya ha podido, si así lo ha querido, escucharla en las interpretaciones que de ella han hecho Taller Sonoro de piezas como Alla ricerca disperata dell sole, Eclipse de mar, Imágenes desde el desierto o Kafka.
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Nuria Núñez Hierro |
Donde se forjan las quimeras responde a un encargo de la JONDE a partir del episodio nacional del asedio de las tropas napoleónicas a Cádiz, y fue estrenada en 2011 curiosamente por José Luis Estellés, director y clarinetista de quien hemos podido disfrutar estos días en el Festival de Música de Cámara Joaquín Turina. Se trata de una obra eminentemente atmosférica que exprime al máximo las posibilidades de timbre y color de la orquesta y experimenta con la proyección del intérprete sobre su propio instrumento, auténtico leit motiv en el estilo compositivo de la autora. Comienza amenazante con la cuerda en ostinato, para continuar cargada de intriga y misterio y desembocar con aires elegíacos en una llamada literal a la libertad. Axelrod mantuvo la tensión y el ritmo, sacando buen provecho de las familias instrumentales, incluida una imaginativa percusión y el uso de instrumentos étnicos para crear estimulantes efectos de sonido.
El carácter desasosegante y dramático de la página de la gaditana contrastó con el más jovial y desenfadado del americano Aaron Jay Kernis, esa otra manera de entender la composición vanguardista al otro lado del Atlántico. New Era Dance es una página en la que es fácil adivinar la influencia de Leonard Bernstein tamizado por el minimalismo de John Adams, con un uso de la orquesta absolutamente espectacular y hasta delirante, pistoletazos incluidos. Una sucesión y amalgama de ritmos netamente americanos que en manos de Axelrod sonó un poco embarullado, haciendo fácil imaginar cómo en las de Halffter el resultado hubiera sido más detallista y cristalino. Aun así la breve experiencia resultó gratificante por el carácter alegre y optimista de la partitura y el goce palpable que produjo en los integrantes de la Sinfónica.
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John Axelrod |
La Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorák es una de esas composiciones que no importa cuántas veces se programe, y la ROSS lo ha hecho demasiadas, siempre agrada escucharla. Por eso resulta alarmante que en esta ocasión al menos a algunos se nos antojara pesada y aburrida. Axelrod dirige con aplomo y entusiasmo, marcando las dinámicas y prestando especial atención al equilibrio instrumental, pero sus continuas caídas de tensión y unas puntuales soluciones estéticas algo edulcoradas, especialmente en el Largo que Sarah Bishop defendió sensacionalmente, hicieron de su escucha una experiencia prescindible. La obra sirvió para conectar, a partir de un compositor checo inspirándose en el nuevo continente, las dos anteriores. Hay que agradecerle al carismático nuevo director que dignificara y diera carácter oficial a este primer concierto de la temporada con un breve pero agradecido discurso, algo muy habitual en los escenarios de su país pero lamentablemente no en el nuestro. Caso flagrante es el del concierto de apertura del Curso Universitario Hispalense, generalmente despachado como un concierto cualquiera, sin que ninguna autoridad académica se digne a pronunciar unas palabras de bienvenida e inauguración.
Gracias por esta crítica, que me ha parecido informativo y equilibrado, es decir, que no ha entrado en batallas internas entre la antigua dirección de la orquesta y la actual. Deseo a la ROSS una magnífica temporada.
ResponderEliminarMuchas gracias por seguirme y por su comentario, y por descontado que todos y todas deseamos mucho éxito y fortuna a nuestra querida orquesta; gracias también por eso
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