Guión y dirección Woody Allen Fotografía Darius Khondji Intérpretes Joaquin Phoenix, Emma Stone, Parker Posey, Jamie Blackley, Ethan Phillips, Julie Ann Dawson, Mark Burzenski, Gary Wilmes Presentada en el Festival de Cannes el 15 mayo 2015; estreno en Estados Unidos 17 julio 2015; en España 25 septiembre 2015
Uno de mis mejores amigos apuntaba hace años, a propósito de la muerte en accidente de un conocido nuestro, que el Mundo estaba mejor sin gente como él; y esa es la premisa argumental de esta nueva película del director más prolífico del panorama actual. En la línea de sus cintas criminales, como Delitos y faltas, Match Point, El sueño de Cassandra, y en menor medida Misterioso asesinato en Manhattan, cuya extraordinaria comicidad no tiene cabida en esta propuesta más cerca del melodrama, Woody Allen teje en esta su última película un perfil arrebatador y certero sobre un tipo de persona muy particular y concreto, el hombre de acción. Para eso imagina un profesor de filosofía, lo que le sirve de pretexto ideal para repasar algunas de sus teorías existenciales, morales y hasta criminales favoritas, desde Kant a Dostoievski pasando por Hannah Arendt, que atraviesa una preocupante depresión ante la falta de objetivos que otorguen algún tipo de razón a su existencia. Un hombre que realizó en el pasado todo tipo de trabajos peregrinos, de taxista a ascensorista, antes de lograr ser el reconocido filósofo, escritor y profesor de universidad en el que se ha convertido. Que colaboró en todo tipo de programas de ayuda internacional y se sintió en algún momento útil para el devenir del Mundo y sus moradores. El espléndido guión de Allen le pondrá en bandeja un motivo para recuperar ese ansia de vivir, esa plenitud existencial perdida en el abismo de la mediocridad, mientras mantiene reveladoras relaciones con una compañera académica, estupenda Parker Posey, otrora musa del cine indie y últimamente desaparecida de la pantalla, y una alumna, siempre extraordinaria Emma Stone en su segunda colaboración sucesiva con el director. El escenario se mantiene en Estados Unidos, pero desertando una vez más de su sempiterna Nueva York. Newport, entre Boston y la ciudad de los rascacielos, le sirve de paisaje ideal para tejer una trama sumamente atractiva en la que asoman también referencias a Extraños en un tren, y quizás por eso escenifica una de sus secuencias en un provinciano parque de atracciones. Sabiamente, Allen va desgranando detalles de la personalidad de su protagonista para que, llegado el momento, su comportamiento resulte creíble. Sin embargo, conforme nos vamos acercando al final, la irracionalidad del título hace presencia para dar un giro en el que los planteamientos éticos, valores y principios que desgranaba den paso a una mezquindad y miseria tan alarmante como poco plausible, hasta desembocar en un final abrupto, como si al director le faltasen recursos y metraje para dar al conjunto un desenlace más gradual y esmerado. Por eso podemos concluir que se trata de un título brillante, un análisis certero del hombre de acción, que lamentablemente decae y se desinfla cuando su desenlace adopta ribetes moralistas.
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