Dirección Garth Davis Guión Luke Davies, según la novela de Saroo Brierley “A Long Way Home” Fotografía Greig Fraser Música Dustin O’Halloran y Hauschka (Volker Bertelmann) Intérpretes Dev Patel, Sunny Pawar, Nicole Kidman, Rooney Mara, David Wenham, Abhishek Bharate, Priyanka Bose, Nawazuddin Siddiqui, Tannishtha Chatterjee, Deepti Naval, Divian Ladwa Estreno en el Festival de Toronto 10 septiembre 2016; en Estados Unidos 6 enero 2017; en Australia 19 enero 2017; en España 27 enero 2017
Luke Davies, autor del guión de la última película de Anton Corbjin Life, que retrataba la relación entre el fotógrafo de la famosa revista americana Dennis Stock y el mito James Dean, se encarga ahora de adaptar una conmovedora autobiografía del joven Saroo Brierley, uno de los miles de niños que desaparecen cada año en la India, la mayoría para correr destinos muy desagradables. Él tuvo suerte y, tras perderse en Calcuta, logró no sin pasar diversas calamidades, ser adoptado por una pareja australiana. Una de esas historias que merecen ser contadas y que con gran esmero lo hace Garth Davis, otro de esos nuevos cineastas curtidos en la televisión que debuta en el cine con más aciertos que fallos. Hay dos partes bien diferenciadas en esta bienintencionada película, con resultados también distintos. En la primera nos sumergimos, de la mano del niño Sunny Pawar, en la miseria desbordante de una India sumida en el caos y la corrupción, base de la maldad y el sufrimiento. En la segunda Dev Patel (Slumdog Millionaire, El exótico Hotel Marigold, El hombre que conocía el infinito) disfruta de una vida apacible en Australia, fruto de esa buena educación que nos permite tomar mejor conciencia de nuestro entorno y cultivar nuestros mejores sentimientos. Un giro quizás demasiado forzado hace de visagra en esta película, cuando el protagonista descubre la importancia de las raíces, para conocerse mejor y adoptar una postura más comprometida con su entorno y las diferencias con aquél del que proviene. La cinta se convierte así en valiosa crónica de la injusta división en el planeta entre pobre y ricos, el valor de unos humanos frente al poco que concedemos a otros, y cómo algunas personas aportan lo que pueden para soslayar estas diferencias y hacer un poco más habitable este mundo. En ese sentido sobresale la interpretación de Nicole Kidman, con un papel estupendo del que saca el mejor partido componiendo una mujer convincentemente generosa y comprometida. El rigor casi documental y nunca preciosista de esa primera parte, presidida por la conmovedora relación fraternal que desencadena la tragedia, contrasta con el estilo más convencional de una segunda que parece patrocinada por alguna ONG tipo Manos Unidas, y Google Earth. Lo peor es que ni el guión ni la dirección profundizan en un tema que es mucho más grave de como se plantea, al margen de aciertos aislados que reflejan la falta de progreso en un país que sin embargo a niveles macroeconómicos parece haber prosperado mucho.
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