Guión y dirección Jeff Nichols Fotografía Adam Stone Música David Wingo Intérpretes Joel Edgerton, Ruth Negga, Marton Csokas, Nick Kroll, Jon Bass, Michael Shannon, Martn Csokas, Bill Camp, David Jensen, Alano Miller, Sharon Blackwood, Chris Greene, Mike Shiflett, Will Dalton, Terri Abney Estreno en el Festival de Cannes 16 mayo 2016; en Estados Unidos 4 noviembre 2016; en España 20 enero 2017
Con su anterior película, Midnight Special, inédita en nuestras pantallas, y el buen sabor de boca que dejaron Take Shelter y Mud, el joven realizador Jeff Nichols revalida su talento con esta delicada historia de amor interracial que dirige con pulso firme, las ideas muy claras y un estilo ya conformado que se basa más en la atención a los detalles que en la habitual brocha gorda con la que se abordan estos espinosos temas. Mildred y Richard Loving, negra y blanco respectivamente, se casaron en 1958 en Washington, pero sufrieron las consecuencias de su involuntaria osadía de vuelta a casa en Virginia, donde su enlace no tenía valor legal. Sufrieron un breve encarcelamiento y el exilio voluntario si querían evitar prisión mayor. Pasaron uno de tantos calvarios a los que el hombre somete a sus semejantes, a menudo en nombre de Dios Todopoderoso, convencidos de hacer el bien cuando el mal en realidad es y será siempre provocar sufrimiento a quienes nos rodean. Pero mientras la mayoría nos adaptamos resignados al signo de los tiempos y aceptamos no sin lamento los abusos de los que a menudo somos víctimas, algunas personas se topan con la fortuna dentro de su desgracia. La del matrimonio Loving se manifestó en plena lucha por los derechos civiles y la igualdad entre las razas, los convulsos sesenta en Estados Unidos, lo que propició que su caso fuera rápidamente aprovechado por los agentes liberalizadores para cosechar otro triunfo frente a la obtusa administración federal americana. Su caso se convirtió por lo tanto en hito histórico, al contrario que en otras ocasiones no por el carácter de sus protagonistas, aunque algo de determinación dentro de su grisácea personalidad tuvo que ver en el empeño. Una historia por lo tanto que merece contarse y conocerse, para evidenciar una vez más la estupidez humana, la satisfacción por infligir dolor y el difícil avance, siempre en peligro, de la convivencia y la tolerancia entre los maltrechos humanos. Nichols narra todo esto con mucha sobriedad, sin aspavientos ni chirríos, con una delicadeza casi poética, deteniéndose en sus personajes, simplón él, tristona ella, que Edgerton y Negga bordan con especial ahínco, corroborando él su sorprendente capacidad camaleónica ya manifestada en anteriores trabajos de su ejemplar filmografía. Una cálida y hermosa fotografía y una contenida banda sonora contribuyen también a levantar este monumento humilde y discreto a la lucha determinada de unos seres humanos que crecieron en el mismo ambiente de tolerancia y convivencia que propició su amor y que merecería extender a todo el desdichado y cada vez más miserable globo terráqueo.
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