martes, 24 de enero de 2017

CONCIERTO DE CÁMARA DE LA BÉTICA: ENTRE LO ESPIRITUAL Y LO CARNAL

Beticámara. Cristina Montes, arpa. Jesús Sánchez, flauta. Antonio Salguero, clarinete. Cuarteto Bética: José Manuel Martín Melero y Alan Andrews, violines. Michael Thomas, viola. Israel Fausto Martínez, violonchelo. Programa: Sonata para flauta, viola y arpa, de Debussy; Sonatine para flauta y clarinete, de Jolivet; Cuarteto No. 10 «Birthday», de Milhaud; Introduction et Allegro, de Bizet. Espacio Turina, lunes 23 de enero de 2017 

El excelente flautista
Jesús Sánchez Valladares
Si tuviéramos que definir brevemente este concierto bastaría decir que fue sensacional e intenso. La Bética se consolida definitivamente, después de los dos conciertos que nos ha ofrecido entre el sábado y el lunes, como conjunto que merece nuestra atención sin paliativos, alcanzando una depuración técnica que roza la perfección y consiguiendo con programas tan exquisitos como éstos transmitir grandes dosis de sensibilidad e inspiración. Por eso demanda, después de varios años intentando hacerse un hueco serio en la programación musical de la ciudad, una afición más numerosa y fiel, en la línea de la que gozan otras orquestas sevillanas como la Barroca y la Sinfónica. Desde que hace años los grandes conjuntos camerísticos y solistas de prestigio internacional dejaron de recalar en nuestra ciudad, al menos con la frecuencia con la que lo hacían antes, tenemos que conformarnos con el talento local. Afortunadamente hay mucho y rellena con solvencia y dignidad tan lamentable hueco.

En la segunda y más hermosa de las sonatas que compuso Debussy los instrumentos casaron admirablemente como si de un idilio a tres se tratara. Thomas optó por dotar al conjunto de aspereza y crispación en lugar de la melancolía que se le supone a la viola. Una decisión perfectamente válida que combinó bien con la delicadeza de Cristina Montes al arpa y la sensualidad de Jesús Sánchez a la flauta, derivando en una inusitada alegría dionisíaca. Este último añadió fuego e intensidad a la Sonatina de André Jolivet, en diálogo vivo y agitado con el también espléndido clarinetista Antonio Salguero, con quien compitió en magia, brillo y elegancia mientras ambos ponían énfasis en el evidente virtuosismo de la pieza.

El Cuarteto Bética atacó con energía y decisión el Cuarteto No. 10 de Milhaud, bautizado Birthday porque se estrenó el día del cumpleaños de Elisabeth Coolidge, la mecenas americana que propició su composición para el Cuarteto Pro Arte. El carácter sutil y meditativo de los movimientos impares quedó bien patente en una magnífica interpretación que puso de relieve la naturalidad de los armónicos y la fuerza expresiva de los pares, siempre bajo una indiscutible depuración técnica. La misma que propició que todos los instrumentistas convocados bordaran una Introducción y Alegro de Bizet de inusitada belleza, riqueza cromática y progresión expresiva que acabó en fogosidad. Una alternancia entre la espiritualidad de las piezas de Debussy y Bizet y la carnalidad de Jolivet y Milhaud que logró la satisfacción plena de un público privilegiado.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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