España 2016 112 min.
Guión y dirección Mateo Gil Fotografía Pau Esteve Birba Música Lucas Vidal Intérpretes Tom Hughes, Charlotte Lo Bon, Oona Chaplin, Barry Ward, Julio Periñán, Rafael Cebrián, Bruno Sevilla, Daniel Horvath, Alex Hafner Estreno en el Festival de Sitges 7 octubre 2016; en salas comerciales 13 enero 2017
En su tercer largometraje como director, Mateo Gil insiste en convertirse en cineasta todo terreno, tras el thriller no exento de polémica (por su ambientación en la Semana Santa de Sevilla) Nadie conoce a nadie, y su western crepuscular y estilizado Blackthorn, además de sus variopintos guiones para las películas de Amenábar Abre los ojos y Mar adentro. Ahora se zambulle de lleno en la ciencia-ficción con tintes románticos, con resultados desconcertantes y no muy aplaudibles. Aprovecha los avances científicos en materia de clonación de órganos y recreación genética de los mismos para ambientar su película dentro de setenta años, en un futuro kubrickiano con un bienestar y un aparente pacifismo que no casa con los peores augurios que amenazan nuestro actual orden, merced a guerras interminables a mayor gloria de la industria armamentística y el advenimiento de mesías reaccionarios y violentos en países dominantes como Estados Unidos. La criogenización se convierte en macguffin de una historia en la que asoma el Mateo Gil más ambicioso y pedante, que se permite en ese tono lastimosamente discursivo que atenaza nuestro cine, elucubrar sobre la vida, la eternidad y el amor verdadero, a través de una presunta puesta al día del mito de Prometeo. El ejercicio se revela a los pocos minutos tan poco interesante y estimulante como terriblemente aburrido, mientras uno no deja de pensar por qué algunos de nuestros más jóvenes cineastas se empeñan en rodar en inglés con intérpretes de tercera categoría para no inflar el presupuesto, lo que impide triunfar como pretenden en el mercado internacional, mientras tampoco lo consiguen en el nacional, donde con actores y actrices patrios más reconocidos hubieran al menos cosechado un éxito relativo. Así, en esta ocasión las riendas de este drama existencialista las lleva un inexpresivo Tom Hughes, al que acompañan la actriz francesa Charlotte Le Bon (El desafío, Operación Anthropoid), Oona Chalin (hija de Geraldine y nieta de Charlot) y Barry Ward (protagonista de Jimmy’s Hall de Ken Loach), que hacen lo posible para dar carácter a la pesada y anodina trama que plantea el guión del propio Gil. Siendo perceptibles también algunas influencias del nuevo cine de ciencia ficción new age, como Ex-machina o Morgan, el experimento sirve al menos para el lucimiento de nuestros técnicos y artistas, capaces de recrear un futuro próximo con moda propia y convincente así como avances tecnológicos plausibles, todo ello aderezado con una elegante fotografía y una eficiente banda sonora del joven madrileño con formación hollywoodiense Lucas Vidal, ganador el año pasado de los dos Goyas musicales.
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