viernes, 15 de diciembre de 2017

4º DE ABONO DE LA ROSS: UN ACTO DE AMOR

4º concierto de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Sarah Bishop, corno inglés. José Forte Ásperez, trompeta. Günter Neuhold, dirección. Programa: Sinfonía nº 36 en Do mayor KV.425 “Linz”, de Mozart; Quiet City, de Copland; Sinfonía Doméstica Op. 53, de Strauss. Teatro de la Maestranza, jueves 14 de diciembre de 2017

El cuarto programa de abono de la temporada de la ROSS evocó el agradecimiento de Mozart a su anfitrión en Linz, el Conde Thun, por la hospitalidad que le dispensó a él y su esposa en una breve estancia en la entonces capital de la Alta Austria, ofreciéndole en concierto una página inédita, compuesta en apenas tres días; el deambular de un joven trompetista por un Nueva York que duerme, mientras dialoga con su hermano, que ha renunciado a sus sueños por un futuro seguro, tal como lo concibió Irwin Shaw en la obra cuya música incidental compuso Copland; y la calidez del hogar familiar de Strauss, plasmada en una partitura que dedicó a su mujer e hijo, protagonistas junto a él mismo de la secuencia doméstica ilustrada en su sinfonía del mismo título.

Resulta sintomático que una sinfonía que sigue tan de cerca el modelo vienés de Haydn, aunque adaptándose al estilo e idiosincrasia de Mozart, fuera abordada por un director también vienés, cuya estética y espíritu sin embargo se alejó tanto del que demanda esta magistral partitura. Y es que Neuhold atacó la Sinfonía nº 36 sin el tono y la ambición que exige. Apenas vigor por parte de una cuerda acromática en el allegro maestoso inicial; discreto y delicado el andante siciliano, si bien la participación de metales añadió impronta a su resolución; y con cierto encanto bailable el minueto, hasta desembocar en un presto al que faltó empuje y agilidad. Una interpretación que no fue suficientemente fresca ni animada, y cuyo final no logró ni de lejos quitarnos el aliento. Mucho mejor la página de Copland, una suerte de elegía que evoca la calma de una ciudad sonámbula y a la vez el carácter introspectivo de su autor. Fluido y elocuente fue el diálogo entre el corno inglés de Sarah Bishop, cuya manifiesta timidez no impidió extraer toda la doliente expresividad y rotunda melancolía inherente a su rol e instrumento, y la trompeta de José Forte, en la mejor tradición a la americana y con una memorable carga emocional sostenida en unos acordes firmes y decididos.

Más cerca del poema sinfónico que tanto cultivó a finales del siglo XIX que del sinfonismo clásico que apenas abordó en su carrera, Strauss concibió su Sinfonía Doméstica como un acto de amor a la familia, si bien esto no limitó su habitual megalomanía, ofreciéndonos una página llega de exuberancia instrumental, rupturas de tono, sensualidad y maleabilidad tan del gusto del autor de Salomé. Neuhold acertó aquí en tono, espíritu y forma, logrando una interpretación nítida a pesar de sus tumultuosos pasajes, y un dominio polifónico total y absoluto, incluso cuando un aparente caos parece hacerse dueño de la función. Todo fue exuberancia y vitalidad en la cuerda, el metal y la madera, con un especialmente sensual y transfigurado adagio como eje gravitacional de la partitura. Actos de amistad, fraternidad y amor familiar en un concierto desigual pero nada desdeñable.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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