lunes, 4 de diciembre de 2017

LANG Y GLASS POR PROYECTO eLe: UNA EXPERIENCIA ESCÉNICO-MUSICAL

VII Festival Encuentros Sonoros. ProyectoeLe. Carlos Cansino, director. Marcos Padilla, tenor solista. Rafael Ruibérriz, flauta. Irene Fernández y Rocío Márquez, violines. Raquel Batalloso, viola. Carmen Fernández, violonchelo. Miguel Hernández, contrabajo. Jaime Márquez, vibráfono. Luis Vicente Martín, percusión. Ana Ruibérriz y Marta Gómez, escenografía y vestuario. Manuel G. Morente, iluminación. José Manuel Martínez, composición y proyección de la electrónica. Programa: Obras de David Lang y Philip Glass. Espacio Turina, domingo 3 de diciembre de 2017

Menos mal que la respuesta del público fue generosa en esta clausura del Festival Encuentros Sonoros promovido por Taller Sonoro, y que ha conocido a lo largo de los conciertos que lo han integrado asistencias desiguales, a veces absolutamente escuálidas. La propuesta de este cierre merecía una platea llena y así fue, pues se trató de un esfuerzo colectivo que aunaba diversas artes escénicas y musicales, con el Coro ProyectoeLe como eje alrededor del cual gravitaban instrumentistas, iluminadores, escenógrafas y diseñadoras, todos ellos y ellas empeñadas en proyectar con elegancia y dignidad la música de dos reconocidos artistas norteamericanos del siglo XX y activos en éste. El esfuerzo valió la pena, pudiéndose afirmar que la precisión dominó en todos los apartados puestos en juego, lográndose un espectáculo integral de resultados impecables, a un notable nivel de exigencia.

Como suele ocurrir tantas veces, la música de David Lang se popularizó gracias a sus incursiones cinematográficas de la mano de Paolo Sorrentino, bien por el uso de obras suyas en las bandas sonoras de La gran belleza o La juventud, o la composición de piezas originales para esta última, incluida la Canción nº 3 para Sumi Jo que logró una nominación al Oscar. ProyectoeLe supo adaptarse con un trabajo meticuloso, perfectamente ensamblado y ajustado tímbricamente a las obras enigmáticas de Lang, deudoras de cantos ancestrales y frecuentemente apoyadas en silencios significativos. I Lie, la pieza que introdujo tanto el concierto como la galardonada película de Sorrentino, contó además con una acertada intervención solista, mientras el resto de las obras tuvieron acompañamiento de cuerda con un toque elegíaco que, junto a la percusión y el vibráfono, alcanzaron una impecable recreación del Just de Lang, y el resto de las piezas con el acertado añadido de la proyección de los textos convenientemente traducidos.

La música de Philip Glass es reconocible de lejos hasta por un aficionado no muy documentado, y prueba de ello es Vessels, una de sus piezas más populares, también extraída de una banda sonora, la de la producción de Coppola Koyanisqqatsi, que gozó de mejor apoyatura en las voces femeninas que en las masculinas, insuficientes en color y contraste. Algunos pasajes sonaron algo caóticos, pero también en este caso el resultado fue satisfactorio, con la voz solista, ligera y tonificada de Marcos Padilla recreando los textos de Paul Simon, David Byrne y Suzanne Vega, iconos del pop americano más comprometido de las últimas décadas del pasado siglo. El refuerzo de Rafael Ruibérriz a la flauta, la base electrónica perfectamente sincronizada a las voces, una iluminación colorista y un vestuario estudiado incluso en los complementos, añadieron al evento un toque de discreta y sincera espectacularidad.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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