Reino Unido 2017 110 min.
Dirección Dominic Cooke Guión Ian McEwan, según su novela Fotografía Sean Bobbitt Música Dan Jones Intérpretes Saoirse Ronan, Billy Howle, Emily Watson, Anne-Marie Duff, Sanuel West, Adrian Scarborough, Bebe Cave, Philip Labey Estreno en el Festival de Toronto 7 septiembre 2017; en Reino Unido 18 mayo 2018; en España 29 junio 2018
Ya sea como guionista (El buen hijo) o como novelista (El placer de los extraños, El intruso o Expiación), Ian McEwan ha visto cómo muchos de sus trabajos han sido llevados al cine; pero sólo en pocas ocasiones se ha encargado de adaptar sus propias novelas (El inocente de John Schlesinger y ahora esta película y la próxima a estrenarse The Children Act, protagonizada por Emma Thompson). Es precisamente Saorise Ronan, que se dio a conocer a partir de la película de Joe Wright en la que daba vida a una impertinente y enredadora niña, quien lleva gran parte del peso de esta película; el resto se debe al desconocido Billy Howle, apenas visto en Dunkerque y como protagonista de una serie de televisión basada en Testigo de cargo de Agatha Christie. Para dirigir a esta pareja de jóvenes que sufren un traspiés que marcará el resto de sus vidas justo la noche de su boda, se ha contado con un veterano director de teatro que debuta en el cine tras dirigir la miniserie histórica The Hollow Crown. Cooke apunta maneras en este melodrama de cámara que nos invita a una tarde melancólica en la localidad del título, mientras la joven e inexperta pareja se enfrenta a su primera experiencia sexual. Ambientada a principios de los sesenta en torno a dos personas de sobrada educación moral y académica (ella forma parte de un cuarteto de música, mientras él celebra a los cuatro vientos su matrícula de honor en Historia), la pieza denuncia la carencia de una formación sentimental y sexual que evite los sinsabores y las malas y precipitadas decisiones que pueden marcar de por vida. Bien interpretada, dirigida con elegancia y exquisitez, con continuos pasos atrás en el tiempo que procuran definir caracteres y experiencias (la ambigua y tensa relación de ella con su padre, un Samuel West al que recordamos por Howards End y hemos visto recientemente en El instante más oscuro, hace sospechar algún detalle no suficientemente confirmado), la película, y entendemos por extensión la novela, se resiente sin embargo de un notable desequilibrio que hace que durante gran parte de su metraje no sepamos qué se nos quiere contar, para en el último tercio plantear precipitadamente el embrollo central de su trama, y acabar con un convencional final, maquillaje incluido, que vulgariza en considerable medida el resto de esta exquisita pero poco estimulante propuesta que no alcanza ni a emocionar como pretende.
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