miércoles, 18 de julio de 2018

TOTEM ENSEMBLE: I SALONISTI EN LOS JARDINES DEL ALCÁZAR

19º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Totem Ensemble: Vladimir Dmitrenco y Luis Miguel Díez, violines. Jerome Ireland, viola. Nonna Natsvilishvili, cello. Francisco Lobo, contrabajo. Programa: Piezas de Rossini, Verdi, Puccini, Bizet, Curtis, Toselli y Ponchielli. Martes 17 de julio de 2018

Ya sea con Millennium Arts o cualquiera de las otras formaciones que de su mano han surgido a partir de la Sinfónica de Sevilla, Vladimir Dmitrenco es un asiduo de estas noches del Alcázar. Con Totem Ensemble muestra su cara más amable y distendida, sin renunciar nunca a sus cómicas presentaciones no exentas de humanidad, seguramente por la aceptación que tienen entre un público que deja al margen exigencias y solemnidades. El conjunto recrea el estilo y la sonoridad que hicieron célebres a I Salonisti, aquel grupo de música de cámara desenfadada que se formó a principios de los ochenta del siglo pasado desempolvando música de salón y alcanzando su máxima popularidad gracias a Titanic

Como ya hicieran la semana pasada Castelló y Apellániz, la presencia de Totem Ensemble obedeció al ciento cincuenta aniversario del fallecimiento de Rossini, aunque desde una óptica muy diferente. Mientras aquéllos fueron fieles y rigurosos a las partituras convocadas, que mantenían bastante coherencia con el entorno y la influencia del compositor operístico, el programa de los músicos de la ROSS se centró en una amalgama de arreglos, compositores y tendencias que ni resultan herederos del autor de Semiramide ni le son contemporáneos ni guardan similitud con su estética. No basta con ser italianos, pero al fin y al cabo se trataba de mantener una línea amable y conectar sin exigencias con un público receptivo. Suponemos que los arreglos fueron en su mayoría de su propia cosecha, manteniendo una línea elegante y armoniosa, con violín primero y viola manteniendo fundamental y alternativamente la línea melódica, violín segundo abordando las sencillas ornamentaciones, y cello y contrabajo dando fuerza y cuerpo al conjunto. Todo sin complicaciones para unos músicos competentes y adiestrados.

Mientras Dmitrenco tuvo en lo musical una noche lúcida, con un sonido terso y muy equilibrado, Ireland evidenció mayor tosquedad en su cometido, aunque en líneas generales las prestaciones del conjunto fueron satisfactorias, dentro de lo poco que se puede exigir a una manifestación como ésta, que tuvo a Rossini como centro, con versiones compactas de El barbero de Sevilla y Guillermo Tell, y su célebre Danza a ritmo de tarantela napolitana, octava de sus soirées musicales. El temperamento romántico de Torna a Surriento (Regresa a Sorrento) de Ernesto de Curtis y el exquisito lirismo de la Serenata Rimpianto (Lamento) de Enrico Toselli, pusieron la nota apasionada a un concierto en el que también asomaron Verdi (Preludio de La traviata y Coro de esclavos de Nabucco), Puccini (Nessum Dorma, O mio babbino caro), Ponchielli (la simpática Danza de las horas de La Gioconda, con cuya presentación Dmitrenco alcanzó sus más altas cotas de surrealismo) y una muy bien entonada selección de Carmen de Bizet, por aquello de que Rossini vivió un tiempo en París. La famosa canción tradicional hebrea Hava Nagila marcó el ritmo en la propina de un programa cogido con calzador, sin complicaciones, amable, distendido, sin mucho interés pero muy celebrado por el público asistente.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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