Dirección Dani de la Orden Guión Daniel Castro, Marta Suárez, Olatz Arroyo y Dani de la Orden, según la película de Gennaro Nunziante Fotografía Valentín Álvarez Música Zacarías M. de la Riva Intérpretes Leo Harlem, Alejandro Serrano, Maggie Civantos, Jordi Sánchez, Toni Acosta, Gracia Olayo, Berto Romero, Juana Cordero, Isabel Ordaz, Stephanie Gil, Salva Reina, Antonio Dechent, Arturo Valls, Silvia Abril, Nathalie Seseña Estreno en Festival de Málaga 21 abril 2018; en salas comerciales 13 julio 2018
No estamos habituados a ver comedias ni ningún otro tipo de series en televisión, pero dicen que como tantas otras esta película del joven director de Barcelona noche de verano, Barcelona noche de invierno y El pregón, sigue los patrones de esas telecomedias tan populares en los canales privados. De ese formato proviene el humorista Leo Harlem, que hasta ahora sólo había intervenido en cine como secundario en Torrente: Operación Eurovegas y Villaviciosa de al lado, y ahora da el salto a lo grande como protagonista absoluto en esta cinta donde él es su mejor baza para hacer reír y se comprueba que se siente como pez en el agua en un espectáculo concebido prácticamente como un One Man Show. Lo curioso es que aunque la trama recuerda solapadamente a La vida es bella, en realidad se trata de un remake casi literal de otra cinta italiana, récord de taquilla en 2013 en su país, Sole a catinelle, que se traduce como El sol a cántaros, frase muy usada por Harlem en el guión escrito a varias manos de esta divertida película. A este paso, y tras Perfectos desconocidos de Álex de la Iglesia, le vamos a coger el gusto a los remakes de la comedia italiana. Su tono socarrón, sus chistes continuos, su acelerado y acertado ritmo, hacen que nos encontremos ante un producto refrescante para estas fechas, sin ambiciones ni pretensiones más allá de divertir y hacer buena caja. Lástima que en su tercio final incurra en el mismo fallo en que lo hace habitualmente el cine que le sirve de referente, el americano, del que sigue un irremediable patrón, trucándose en casi un melodrama sentimental y pretendidamente emotivo, algo que su chapucera banda sonora se encarga de subrayar en cada momento. De paso se atreve también a hacer crítica social y política, con más ingenuidad y falta de ingenio de lo conveniente, sin apenas disimular en realidad su vocación de producto coyuntural con valores aprendidos del conservadurismo moral más acuciante. Pero nada de eso le resta valor para lograr con justicia ser una comedia simpática y veraniega, para disfrutar sin prejuicios.
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