sábado, 8 de junio de 2019

RUBÉN YESSAYÁN ENTRE ANIVERSARIOS

Rubén Yessayán, piano. Programa: Seven & Four Anniversaries, de Bernstein; Arabesque nº 1, Epigraphes antiques, Jardins sous la pluie, Selección del Libro II de Preludios, y L’isle joyeuse, de Debussy. La Casa de los Pianistas, viernes 7 de junio de 2019

Es un alivio comprobar que cada día que pasa la propuesta de Yolanda Sánchez va a más. Aún queda mucho por resistir, y desde aquí animamos a la aguerrida profesora e intérprete a tener paciencia para que su envidiable proyecto se convierta en una cita ineludible de la agenda cultural sevillana. Anoche nos contaba que algún día ha logrado hasta setenta personas de público, lo que equivale prácticamente a llenar la Sala Martha Argerich en la que se celebran estos singulares conciertos.

La experiencia de asistir a una interpretación tan íntima y cercana como la que nos brinda este espacio, y de paso disfrutar de una interesante conferencia sobre las obras programadas, como así ocurrió en esta ocasión, no tiene precio. Pero de momento las dificultades de su impagable artífice pasan incluso por mantener el magnífico piano Shigeru Kawai para el que ha abierto una cuenta de crowdfunding en su página web.

Nostalgia en la memoria

Madrileño de origen armenio, Rubén Yessayán es uno de esos músicos a los que se nota de lejos su pasión por lo que hace, el entusiasmo que imprime a sus interpretaciones e introducciones, y cómo lo transmite en un alto porcentaje al oyente. Su encuentro con el público de esa Casa de los Pianistas que es por lo tanto su casa, que rara vez sale decepcionado y se muestra dispuesto a divulgar su experiencia para lograr la máxima difusión, vino de la mano de dos compositores muy frecuentados el año pasado, cuando cumplían cien años de su nacimiento y fallecimiento respectivamente. Nos referimos a Leonard Bernstein y Claude Debussy.

En el programa unas miniaturas del insigne director de orquesta que no por casualidad beben mucho del universo debussiano, con una estética y una plasticidad inconfundiblemente basada en el genial compositor francés. Se trata de dos colecciones de Aniversarios, unas obras breves para piano que Bernstein compuso en homenaje a una serie de personajes importantes en su vida, unos por su relevancia pública, otros en el ámbito de su vida personal. Piezas de alta contención emocional, acordes breves y muy precisos que Yessayán defendió con seriedad y meticulosidad, delicado y melódico en la dedicada a Copland, intimista en el caso de Felicia Montealegre, la actriz chilena con la que se casó en 1951, misterioso con Paul Bowles, el autor de El cielo protector, caustico en las dedicadas al matrimonio Koussevitzy, con aires jazzísticos en el caso del compositor americano William Schumann, o deliberadamente agitado en la más compleja técnicamente, la dedicada a su amiga y secretaria Helen Coates.

Inventiva y delicadeza

Rubén Yessayán durante una de sus interesantes locuciones
en La Casa de los Pianistas
Debussy compuso Epigraphes Antiques para ilustrar los poemas lésbicos de su amigo Pierre Louÿs recogidos en Le chanson de Bilitis, que también inspiraron la película de David Hamilton de 1977. Una serie de piezas raramente interpretadas, a pesar de que cuentan con un arreglo para cámara de Bernard Chapron, en las que su fuerte carga erótica demanda una alta dosis de sensualidad no siempre plasmada en el responsable pianismo de Yessayán. Su interpretación se basó más en la delicadeza melódica y armónica que en destacar sus aspectos más morbosos, deslizándose sin abuso de pedal ni rubato, manteniendo una línea respetuosa, sin estridencias ni salidas de tono, primando un fraseo nítido y preciso, sólo ensombrecido por algún desliz técnico corregido sobre la marcha, y desembocando en una vertiginosa imitación de la lluvia tanto en el sexto epígrafe como en el Jardín bajo la lluvia, tercera de las Estampas, que cerró la primera parte.

Yessayán ha cumplido el sueño de muchos pianistas de grabar íntegramente los dos libros de Preludios de Debussy, y buena muestra de su particular visión de estas imprescindibles páginas la brindó con una selección del segundo en la que no faltaron La Puerta del Vino que tanto le une a Falla, desplegada con amplio sentido del color y el ritmo, así como los evocadores paisajes ilustrados en Brouillards y Bruyères, el espíritu entre cómico y marcial de Géneral Lavine, y el virtuosismo exacerbado de Fuegos artificiales, primando siempre una lectura basada en la sinceridad y el respeto. Una muy particular versión rapsódica del primer Arabesco, y una entusiasta recreación de La isla alegre, culminaron este melancólico viaje cuya improvisada propina, el siempre agradecido Claro de luna, se sirvió con licencias de una memoria no siempre a punto.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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