miércoles, 5 de junio de 2019

DESPEDIDA DE TEMPORADA DE LA BARROCA DE SEVILLA: UN TOQUE DE TRANSICIÓN

Temporada 2018/2019 de la Orquesta Barroca de Sevilla. Enrico Onofri, violín y dirección. Programa: El amanecer del Clasicismo (obras de Francesco Durante, Baldassare Galuppi, Giovanni Battista Sammartini, Wolfgang Amadeus Mozart, Antonio Sacchini y Joseph Haydn). Teatro de la Maestranza, martes 4 de junio de 2019

El director que más veces se ha puesto al frente de la Barroca de Sevilla, y que ha ayudado a perfilar en una considerable medida el estilo propio que luce la formación hispalense, Enrico Onofri, fue el elegido para despedir la temporada en el espacio en el que más brilla el sonido no solo de este conjunto sino de cualquiera en general, el Teatro de la Maestranza. De hecho hay quien piensa que el sensacional concierto, según quienes tuvieron la fortuna de disfrutarlo, ofrecido los días 17 y 18 de mayo pasados en el Turina en torno a Lully y Rameau, con Hugo Reyne como director, debiera haberse celebrado aquí para potenciar aún más su redonda propuesta.
 
El concierto que hoy reseñamos coincidió con la presentación esta misma semana de su último disco, también con Onofri en la dirección, un registro que combina autores ya llevados al estudio de grabación por la orquesta, como Balius o Ripa, de quien se incluye una magnífica Lamentación nº 2 con la soprano Julia Doyle prestando su aterciopelada voz, con composiciones para la Catedral de Málaga de Joseph Barrera y una inédita versión de la Sinfonía nº 44 de Haydn según manuscrito de Domingo Arquimbau. La Barroca ofreció en esta ocasión un recorrido por algunos de los autores italianos más influyentes del último período del Barroco, para exhibir ese fino tránsito de la música de la época al Clasicismo que habría de imponerse y hallaría su máximo esplendor de la mano de la escuela vienesa, tan bien representados por Mozart y por supuesto Haydn. Un viaje de transición de la escuela napolitana al esplendor milanés para desembocar en el clasicismo vienés y hallar así su origen en la sonata y el concierto italianos.
 
Un repertorio amable y delicado
 
El concierto arrancó de forma precipitada y accidentada, justo antes de que se solaparan por megafonía los avisos pertinentes con las luces aún encendidas. Onofri podría haber reculado y vuelto a empezar, evitando así que tardáramos en entrar en los acordes del Concierto para cuerdas nº 5 de Durante, fundador de la Escuela Napolitana, en cuya música se une la tradición barroca con el nuevo estilo de los maestros venecianos, caracterizándose por fuertes contrastes de tempo y dinámicas, tan afines al maestro de Rávena. Casi una sinfonía operística, el Concerto a quattro en Re Mayor de Galuppi enmarca un movimiento vibrante entre dos lentos y solemnes, con una gramática sencilla que adopta las innovaciones de los jóvenes compositores que en su época avanzaban ya las líneas del cuarteto de cuerda, y que se salvó como la anterior página con una interpretación muy delicada, de fraseo transparente y técnica muy depurada.
 
Una de las últimas de las muchas sinfonías que compuso Sammartini sirvió como reflejo del nacimiento definitivo del género en Italia. La pieza, de perfil agitado y fuertes contrastes dinámicos, y con un andante central que el conjunto ofreció con delectación y sirvió para lucimiento de un comedido y nada estridente Onofri al violín, dio paso a una composición de juventud de Mozart, su Sinfonía nº 10, en el que brillaron los vientos, especialmente los oboes, como fascinante contrapunto a la cuerda y en perfecto diálogo con ella.
 
Germen del estilo clásico vienés
 
Precedido por una preciosa Chacona de Sacchini, también napolitano y de vocación cosmopolita, con aires místicos y muy recogidos e intimistas, tal como se pudo apreciar en la impecable interpretación de la plantilla, Haydn protagonizó la segunda parte del concierto, con la tercera de sus sinfonías dedicadas a los períodos del día, la nº 8 La noche, con reminiscencias del divertimento y la sonata, que Onofri y la orquesta resolvieron con aplomo y siguiendo una pauta común basada en el contraste y el desenfado. Una manifestación de música amable y distendida, sin demasiada complicación ni verdadera enjundia, pero que sirvió, dado el carácter de concerto grosso de esta última pieza, para lucimiento de varios solistas de la orquesta, aunque sin la intervención de Alejandro Casal al clave, que en el resto del programa contribuyó sobremanera al sonido cristalino de la empresa, de la misma forma que el resto del continuo le dio robustez. Los metales estuvieron a idéntico nivel técnico y expresivo que el resto de sus compañeros.
 
Aprovechamos para avisar que a principios de año la Barroca lanzó un segundo disco dedicado al violonchelo como instrumento solista, de nuevo con Christophe Coin esta vez interpretando música de Carl Philip Emanuel Bach, y que se añade al que hace años dedicaron precisamente a Haydn, todo un caballo de batalla de la formación para acercarse al clasicismo, como se pudo apreciar en este particular concierto.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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