viernes, 21 de febrero de 2025

ZENIODI Y CONUNOVA, BIEN ACOMPAÑADAS

Gran Sinfónico nº 6 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Alexandra Conunova, violín. Zoe Zeniodi, dirección. Programa: Rêverie Op. 24, de Scriabin; Concierto para violín en re menor Op. 47, de Sibelius; Variaciones Enigma Op. 36, de Elgar. Teatro de la Maestranza; jueves 20 de febrero de 2025


Tras convencer a muchos con su trabajo en Ifigenia en Táuride, donde logró limar la estética de la Sinfónica para adaptarse lo máximo posible a los rigores de estilo, Zoe Zeniodi se subió al podio para ofrecer quizás uno de los programas más suculentos de la presente temporada.

La primera obra orquestal del especialista en miniaturas pianísticas, Alexander Scriabin, el concierto para piano más grabado del siglo XX y una muy querida obra para todas las personas melómanas, las Variaciones Enigma de Edward Elgar, primera gran obra maestra de la música británica desde los tiempos de Purcell, integraron tan atractivo programa.

Rêverie, fantasía o ensueño, es una obra breve pero intensa. Se trata de un recorrido conciso por distintos estados de ánimo que obliga a los músicos a plasmar emociones muy íntimas y desplegar después un abanico de colores vivos, que encontró en la lectura de Zeniodi y la respuesta de la orquesta el vehículo perfecto a tales efectos.

Una violinista galopante

Alexandra Conunova es, como muchos y muchas de su generación, una violinista virtuosa, reconocida con multitud de premios antes de enfrentarse a orquestas de distinto signo y condición e ir forjando una carrera segura y reconfortante. El concierto de Sibelius es lo suficientemente popular y variado como para ofrecer al intérprete una gama de posibilidades para el lucimiento ciertamente generosa. En anteriores ocasiones se presentó en Sevilla con Saint-Saëns y Brahms y resultados satisfactorios.

Esta vez apareció tan segura y precisa como confiada en sus posibilidades, logrando una interpretación impecable en lo técnico, teñida de claridad y rigor, buscando siempre una expresión sobria y calculada. Supo plasmar a la perfección su estilo rapsódico y defender su alambicado allegro inicial con ahínco y convicción. Claridad en la articulación, control dinámico y una actitud frecuentemente galopante fueron otras de las características de su interpretación.


Pero a su adagio central faltó ese vuelo lírico que llegara a conmover. Resultó indiscutiblemente melódico, pero no suficientemente cálido ni sentimental. Naturalmente su dancístico finale encontró en la violinista la fuerza y el ritmo que le hacen especial, contando en todo momento con la complicidad de una batuta respetuosa y una orquesta de resortes brillantes. En la propina, Alexa Farré se sumó a la fiesta para ofrecer una colorida Balada si joc de Ligeti para dos violines que sonó enérgico y delicioso en su apuesta decididamente folclórica.

Una pieza enigmática

Hacía tiempo que la ROSS no interpretaba las Variaciones sobre un tema original “Enigma” de Edward Elgar, una obra enigmática en sí misma, por cuanto parece que su tema principalquizás God Save the King, nunca se escuche, sino  que sirva de contrapunto melódico con el que arrancan una serie de pasajes que parecen evocar un amplio y grandioso paisaje natural frente a la personalidad de las amistades y parientes a quienes el autor dedicó cada variación.

También aquí, como Sibelius en su concierto y Scriabin en su preludio, Elgar parece estar evocando la soledad del artista, enfrentado a la inmensidad de la naturaleza, traducida en una música de amplios vuelos y diversos enfoques, que ofrecen una variedad de estéticas a las que la Sinfónica se plegó adecuadamente. Sin embargo, Zeniodi se mostró quebradiza y desequilibrada en conjunto, despachando Nimrod con cierta celeridad poco conveniente para una pieza de tal envergadura emocional.

Un final apoteósico y solemne permitió lucirse a la sección de percusión, y prometer que en su próxima comparecencia jienense, estas artistas no se sientan solas sino muy bien acompañadas por una orquesta que nos hace sentir muy orgullosos y orgullosas.

Fotos: Marina Casanova
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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