Francia-Bélgica 2025 81 min.
Dirección Michel Hazanavicius Guion Michel Hazanavicius y Jean-Claude Grumberg, según la novela del segundo Música Alexandre Desplat Voces (en versión original) Dominique Blanc, Grégory Gadebois, Denis Podalydès, Serge Hazanavicius, Antonin Maurel, Adam Carage, Jean-Louis Trintignant Animación Estreno en el Festival de Cannes 24 mayo 2024; en Francia 20 noviembre 2020; en España 11 julio 2025
La inmensa fama que cosechó Michel Hazanavicius con The Artist, cinco Oscar incluidos, y que cultivó antes con sus dos entregas del agente OSS117, réplica francesa de James Bond, no tuvo reflejo en su filmografía posterior. Ni Mal genio, con Jean-Luc Godard como centro de la acción, ni la fábula sentimental El príncipe olvidado, ni la crónica sobre cine que realizó en Corten!, lograron convencer a público ni crítica. Por eso esta primera incursión en el cine de animación, con sus defectos y virtudes, ha concitado una mayor atención y cierta aceptación en determinados círculos. Se trata de la adaptación de una novela en forma de cuento del prolífico Jean-Claude Grumberg, que también colabora en el guion, como ya hiciera antes en innumerables ocasiones, incluso a las órdenes de Truffaut (El último metro) y Costa-Gavras (Amén, El capital, Arcadia). Ambos, director y autor, han volcado en esta triste historia de esperanza y redención, sus propias experiencias con el exterminio judío por los nazis.
Llega a nuestras pantallas justo cuando las simpatías por el pueblo hebreo han disminuido considerablemente como consecuencia del tratamiento igualmente genocida que ellos están dispensando al pueblo palestino. Nada de eso, sin embargo, malogra las bondades de una historia que escenifica del mismo modo la capacidad del hombre para influir sobre su propia condición, generando odio y sentimiento de venganza, frente a la dificultad de enfrentarse a esos mismos sentimientos con convicción y humanidad. La acogida de una bebé por parte de una humilde pareja de leñadores, provocará esta cascada de emociones encontradas, inflexiones sentimentales y sacrificios varios que desembocan en un canto de esperanza, amor y libertad. Conceptos que, lamentablemente, siempre acaban transitando por la cuerda más floja.
Con una técnica de animación que recuerda a la rotoscopia, sobre fondos paisajísticos de enorme belleza, el realizador francés consigue impregnar el relato del tono poético que requiere, aunque en algún momento, especialmente hacia el final, se le vaya de las manos y acabe resultando sensiblero. No acaba siendo la obra rotunda que quizás pretendieran sus responsables, pero atesora suficientes virtudes para hacer su visionado interesante, dejarse conmover por la partitura de Desplat y, sobre todo, por el testamento cinematográfico de Jean-Louis Trintignant, en esta ocasión ejerciendo de narrador.
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