Dirección Patricia Font Guión Dario Madrona y Carlos Montero, según la novela de Laura Norton Fotografía David Valldepérez Música Arnau Bataller Intérpretes Clara Lago, Carmen Maura, Alexandra Jiménez, Álex García, Carlos Cuevas, Paula Malia, Fernando Guallar, León Martínez, Ferrán Vilajosana, Eduardo Ferrés Estreno 18 enero 2019
No se sabe mucho de la presunta autora que se escuda bajo el seudónimo de Laura Norton, salvo que tuvo mucho éxito con No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas, que fue llevada al cine sin demasiada fortuna, así como con la novela en la que se basa esta película, que esperemos tenga más éxito comercial. Sin duda ofrece lo que promete, y lo hace bien y cuidadosamente. Su directora debuta en el largometraje con este título, engrosando la ya larga lista de realizadores y realizadoras debutantes en este país, pero muestra cierta pericia adquirida en sus trabajos en el cortometraje y la televisión, de forma que logra transmitir lo que se pretende con esta comedia romántica rosa y amable. Por ser rosa lo es hasta el extravagante coche del galán, interpretado por Álex García, como el resto del reparto, con fe y confianza en lo que se pretende, que no es sino entretener y emocionar a los más vulnerables, especialmente los promiscuos del amor para quienes resulte fácil identificarse con sus arquetípicos personajes. Una encantadora Clara Lago de tierna mirada y una entrañable Carmen Maura contenida y armoniosa encabezan la familia protagonista, que se pretende estrambótica pero que es tan conservadora y tradicional como lo puedan ser en los ambientes americanos en los que se inspira irremediablemente este film. Hasta la música de Arnau Bataller camina por ese sendero de amabilidad y buenismo tan propio de las músicas por ejemplo del artesano Marc Shaiman, mientras los espacios, rústicos y urbanos, son más identificables con el cine americano que con nuestra propia iconografía. Se agradece sin embargo el espíritu amable y elegante que lo inunda todo, sin las estridencias ni los malos rollos habituales en el género tal como se cultiva en nuestro país. Las sonrisas y las lágrimas están buscadas y encontradas, lo que ya es suficiente cuando no se pretende nada más. Lo presuntamente extravagante se refugia en algún sorprendente personaje secundario y en el hecho de que como otras veces no se entiende de dónde sale el dinero para sustentar tan numerosa familia. La belleza, la riqueza y la eterna primavera, marca también de la casa en la interminable serie de telefilms alemanes que entretienen las sobremesas de La 1, contribuyen a dejarlo todo bien atado y que los ingredientes introducidos en la computadora logren el buen funcionamiento de la empresa.
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