Reino Unido 2018 119 min.
Dirección Yorgos Lanthimos Guión Deborah Davis y Tony McNamara Fotografía Robbie Ryan Música Johnnie Burn Intérpretes Olivia Colman, Emma Stone, Rachel Weisz, Nicholas Hoult, Joe Alwyn, James Smith, Mark Gatiss, Jenny Rainsford Estreno en el Festival de Venecia 30 agosto 2018; en Estados Unidos 21 diciembre 2018; en España 18 enero 2019
El director de Canino y Alps se consagra definitivamente en el cine americano con esta presunta producción inglesa, una tragicomedia de época ambientada durante el reinado de la primera monarca de Gran Bretaña, Ana Estuardo, y centrada en su relación con Sarah Jennings, Duquesa de Marlborough, y la doncella con ascendencia aristocrática Abigail Mesham. El director de Langosta y la poco reconocida pero fascinante El sacrificio de un ciervo sagrado, vuelve a hacer gala de su extravagante estilo para poner en pie un guión ajeno (todos los anteriores los firmaban él y su colega Efthymis Filippou) y sin embargo tan extravagante como él mismo, plagado de vulgaridades y obscenidades tan inusuales e incluso insólitas en este tipo de cine tradicionalmente refinado y suntuoso. Sus señas de identidad se traducen en un uso abundante del ojo de pez, quién sabe si para distorsionar aún más un relato trágico amortiguado por su intencionalidad cómica y no suficientemente contrastado a nivel histórico, o sólo para ampliar el ángulo de visión; un uso también elocuente y caprichoso del sonido, y secuencias tan delirantes como el baile en el salón y su insólita coreografía. Con una puesta en escena a lo Barry Lyndon, aunque ambientada más de cincuenta años antes, y un uso similar de la música, que mete en el mismo saco a Purcell, Haendel o Schubert, aunque pertenezcan a épocas decididamente diferentes, la película de Yanthimos destaca por su barroquismo y lujosa producción, pero sobre todo por sus protagonistas. Aunque consideradas en todos los premios a los que han optado y optan como secundarias, Weisz y, sobre todo, Stone realizan trabajos protagónicos, tanto o más que Colman, la auténtica revelación de la película, capaz de catalizar en su mirada y su gesto toda la intriga que suscitan sus damas de compañía, una Margo Channing que influye en la reina para resolver la Guerra de Sucesión Española de la forma más ventajosa pero dolorosa para Gran Bretaña, y su rival, una arribista Eva Harrington que no duda en utilizar todas las artimañas en su favor, incluidos favores de alcoba y abuso de la tragedia ajena (la reina perdió hasta diecisiete hijos e hijas) para alcanzar su propósito y, paradójicamente, resolver ese conflicto de manera pacífica, lo que supuso a su vez un nuevo choque entre toris y whigs en el parlamento. Al final nos queda una de esas intrigas palaciegas tan del gusto de la burguesía intelectual y bienpensante, contada quizás de forma diferente y más audaz, pero sin lograr quitarse de encima esa pátina de drama histórico de la que parece quiera huir disfrazándose de comedia delirante y una pizca disparatada. Atención a la grafía de los títulos de crédito, muy original pero difícil de seguir.
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