miércoles, 23 de enero de 2019

GLASS El cómic como reflejo del talento incómodo

USA 2019 129 min.
Guión y dirección M. Night Shyamalan Fotografía Mike Gioulakis Música West Dylan Thordson Intérpretes James McAvoy, Bruce Willis, Samuel L. Jackson, Sarah Paulson, Anne Taylor-Joy, Spencer Treat Clark, Charlayne Woodard, Luke Kirby, Adam David Thompson Estreno en España y Estados Unidos 18 enero 2019

Cuando Shyamalan estrenó El protector (Unbreakable), justo después del enorme éxito cosechado con El sexto sentido, nadie, suponemos que ni él mismo, pensó que se tratara de la primera parte de una trilogía que cierra ahora con ésta su última película. Tras los batacazos de Airbender: El último guerrero y After Earth, el director indioamericano recuperó su espíritu y el favor del público con la irregular La visita, y lo revalidó definitivamente con la irritante Múltiple (Split), cuyo final sí vaticinaba definitivamente una secuela en la que se viera implicado Don Glass, el antagonista de Bruce Willis en aquél film del año 2000 que analizaba en términos intelectuales el papel del superhéroe en la sociedad moderna. La Bestia se las tiene que ver ahora con el Protector en una trama urdida por la imaginación y el intelecto de Glass, y Shyamalan aprovecha esta típica historia de superhéroes para hacer lo que mejor sabe hacer y nos tenía acostumbrados, que es utilizar el género fantástico y de terror para cuestionar temas que nos interesan como seres humanos que viven en una sociedad supuestamente civilizada. Como poseedores de un talento especial, los personajes retratados en esta película resultan incómodos e inoportunos en una sociedad a la que sólo interesa encumbrar la mediocridad con el fin de controlar y manejar los entresijos del poder sin que nadie lo cuestione ni se dé cuenta. Se trata ni más ni menos que analizar la política predominante en los países de nuestro entorno y los poderes que la manejan, así como el papel que debieran jugar los medios de comunicación para desenmascarar la intriga y la injusticia. Por fin, después de varios vaivenes, recuperamos a ese director que tanto admiramos en títulos como Señales, El bosque o El incidente, capaz de reflexionar sobre temas de candente actualidad a través de géneros donde priman el mero entretenimiento y la fascinación por lo inexplicable y lo desconocido, géneros que más cuentan con el favor del público. Y lo consigue gracias a una buena dosificación de recursos, sin las exageraciones de este tipo de producciones ni los delirios a los que nos tienen acostumbrados las adaptaciones de cómics, procurando dotar de cierto realismo un espectáculo que sin él perdería todo su poder de convicción y dejaría de invitarnos a reflexionar. Los intérpretes de adaptan al conjunto con solvencia y naturalidad, teniendo en cuenta que el desdoblamiento de personalidad de James McAvoy, con hasta veinte identidades distintas, sólo puede resolverse con sobreactuación e histrionismo. El acabado dialéctico y el uso de los espacios resultan también convincentes, aunque en el camino algún detalle lastre parte de la credibilidad de la propuesta, como la escasa vigilancia a la que son sometidos los protagonistas, encerrados en una prisión psiquiátrica se supone que de alta resolución y seguridad. Shyamalan imprime de fuerza e intriga los extremos de la película, pero se vuelve discursivo y monótono en su segmento central, lo que no impide el entusiasmo con el que hemos saludado esta tercera y definitiva entrega de su particular visión de los héroes de cómic.

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