viernes, 25 de enero de 2019

KOPATCHINSKAJA HACE CANTAR AL VIOLÍN CON PERSONALIDAD

XXIX Temporada de Conciertos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Patricia Kopatchinskaja, violín. John Axelrod, director. Programa: Obertura de Guillermo Tell, de Rossini; Concierto para violín, de Chaikóvski; Sinfonía Alpina, de Strauss.
Teatro de la Maestranza, jueves 24 de enero de 2019

Celebramos y aplaudimos la intervención cada vez más frecuente de grandes nombres en los programas de la ROSS. La semana pasada fue Albrecht y ahora ella. Como todo intérprete controvertido y a menudo discutido, la joven Patricia Kopatchinskaja cuenta con una numerosa legión de fans e incondicionales que no dudan en vitorear cada comparecencia suya. La de anoche junto a la Sinfónica no fue una excepción. Su particular visión del celebérrimo Concierto para violín de Chaikóvski suscitó la ruptura consciente del protocolo y las ovaciones más encendidas justo tras el primer movimiento, el más conseguido de los tres que integran esta popular pieza. Reconozco que su grabación de la obra junto a Currentzis y MusicAeterna me disgusta más de lo que lo hizo su interpretación junto a la ROSS. Ese sonido áspero, con pianissimi tan marcados que resuenan ratoniles, ornamentaciones de su propia cosecha, a veces chirriante, a menudo seco y estridente, hace sin duda las delicias de quienes buscan en la interpretación musical algo heterodoxo y novedoso. Para otros sin embargo resta poder de fascinación y conmoción.

No cabe duda de que Kopatchinskaja sabe lo que hace y por qué lo hace. Controla su instrumento al milímetro y extrae de él justo lo que le pide. De paso somete a la orquesta a sus designios y le obliga a plegarse a las particularidades de su sonido, a veces inaudible. Aunque no compartamos su estética, reconocemos en ella a una indiscutible artista, capaz de captar toda nuestra atención. Virtuosa en la cadenza, acertada en ritmo, dinámica e intervalos, la Canzonetta sin embargo nos pareció endeble a más no poder, así como el finale resultó muy enérgico y llamativo, siempre dentro de un estilo rugoso, ocasionalmente grotesco y amanerado, tan alejado de la ortodoxia acostumbrada. En la propina echó mano de un repertorio más adecuado para su sonido, aunque fuera una pieza tan circunstancial como la que ofreció del compositor venezolano – quizás un guiño a la candente actualidad – Jorge Sánchez-Chiong; una extravagancia que se hace acompañar de la voz desquiciada de la propia violinista.

A Rafa Castaño le tocó otra vez la papeleta de leer, esta vez en un convincente alemán, los textos de Schiller que inspiraron la ópera de Rossini Guillermo Tell y los que sirvieron para introducir la Sinfonía Alpina de Strauss. En la obertura de la primera, Axelrod ofreció una lectura correcta e inspirada en la que destacaron los solos de Sasha Crisan al chelo, Sarah Bishop al corno y Vicent Morelló a la flauta. En el mastodóntico poema sinfónico straussiano batuta y orquesta se empeñaron a fondo para lograr una interpretación majestuosa, quizás no tan transparente como fuera deseable, en la que destacaron la opulenta sección de metales y la muy detallista de percusión, incluido el llamativo eolífono que recrea la tormenta, así como Tatiana Postnikova al suntuoso órgano. Axelrod optó por una lectura meramente descriptiva más que nostálgica y evocadora, pero aun así funcionó satisfactoriamente. De la mano de todos ellos sentimos la sensación de dejarnos embriagar por la brisa y el peligro de la montaña, fuera en los Alpes, los Pirineos o el Gran Cañón del Colorado.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

1 comentario:

  1. Esta vez como vivimos dos conciertos distintos me permito la pequeña vanidad de dejar aquí en enlace a mis líneas.

    http://scherzo.es/content/cr%C3%ADtica-kopatchinskaja-o-un-acontecimiento-extraordinario

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