Es un alivio comprobar que cada día que pasa la propuesta de Yolanda Sánchez va a más. Aún queda mucho por resistir, y desde aquí animamos a la aguerrida profesora e intérprete a tener paciencia para que su envidiable proyecto se convierta en una cita ineludible de la agenda cultural sevillana. Anoche nos contaba que algún día ha logrado hasta setenta personas de público, lo que equivale prácticamente a llenar la Sala Martha Argerich en la que se celebran estos singulares conciertos.
La experiencia de asistir a una interpretación tan íntima y cercana como la que nos brinda este espacio, y de paso disfrutar de una interesante conferencia sobre las obras programadas, como así ocurrió en esta ocasión, no tiene precio. Pero de momento las dificultades de su impagable artífice pasan incluso por mantener el magnífico piano Shigeru Kawai para el que ha abierto una cuenta de crowdfunding en su página web.
Nostalgia en la memoria
Madrileño de origen armenio, Rubén Yessayán es uno de esos músicos a los que se nota de lejos su pasión por lo que hace, el entusiasmo que imprime a sus interpretaciones e introducciones, y cómo lo transmite en un alto porcentaje al oyente. Su encuentro con el público de esa Casa de los Pianistas que es por lo tanto su casa, que rara vez sale decepcionado y se muestra dispuesto a divulgar su experiencia para lograr la máxima difusión, vino de la mano de dos compositores muy frecuentados el año pasado, cuando cumplían cien años de su nacimiento y fallecimiento respectivamente. Nos referimos a Leonard Bernstein y Claude Debussy.
En el programa unas miniaturas del insigne director de orquesta que no por casualidad beben mucho del universo debussiano, con una estética y una plasticidad inconfundiblemente basada en el genial compositor francés. Se trata de dos colecciones de Aniversarios, unas obras breves para piano que Bernstein compuso en homenaje a una serie de personajes importantes en su vida, unos por su relevancia pública, otros en el ámbito de su vida personal. Piezas de alta contención emocional, acordes breves y muy precisos que Yessayán defendió con seriedad y meticulosidad, delicado y melódico en la dedicada a Copland, intimista en el caso de Felicia Montealegre, la actriz chilena con la que se casó en 1951, misterioso con Paul Bowles, el autor de El cielo protector, caustico en las dedicadas al matrimonio Koussevitzy, con aires jazzísticos en el caso del compositor americano William Schumann, o deliberadamente agitado en la más compleja técnicamente, la dedicada a su amiga y secretaria Helen Coates.
Inventiva y delicadeza
Rubén Yessayán durante una de sus interesantes locuciones en La Casa de los Pianistas |
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