USA 2019 103 min.
Guion y dirección Jim Jarmusch Fotografía Frederick Elmes Música Sturgill Simpson Intérpretes Bill Murray, Adam Driver, Chloë Sevigny, Tilda Swinton, Steve Buscemi, Danny Glover, Caleb Landry Jones, Rosie Pérez, Iggy Pop, Sarah Driver, RZA, Selena Gómez, Carol Kane, Tom Waits Estreno en el Festival de Cannes 14 mayo 2019; en Estados Unidos 14 junio 2019; en España 28 junio 2019
El prestigio de un nombre y la carrera que lleva detrás hace que una película como ésta se incluya en la sección oficial de Cannes, aunque luego se vaya de vacío como merece, y es que no va más allá de un divertimento para el propio Jarmusch y sus incondicionales amigos, no tanto para el público, que no acierta a reírle la gracia más allá de la discreción. El director de Extraños en el paraíso y Paterson, por citar dos extremos cronológicos de su extensa y celebrada filmografía, y principal artífice junto a los hermanos Coen de eso que vino a denominarse cine independiente americano, o cine indie, a finales de los años ochenta del pasado siglo, se embarca ahora en una de zombies en clave humorística.
Nada que no hayamos visto ya en varias ocasiones, unas veces desde el punto de vista exagerado gore o bizarro, otras veces simplemente con intenciones de diversión y socarronería, desde Zombieland, en la que el propio Bill Murray se interpretaba a sí mismo, a Zombies Party. Y si la intención de Jarmusch es la de denunciar el actual sistema político, social y económico del consumismo a ultranza y la competencia desmedida, en la que nunca como antes el hombre se convierte en depredador de sí mismo, algo que remarca innecesaria e inocentemente un Tom Waits que ve el desastre desde su atalaya de marginado y ermitaño, que sepa que esa intención ha estado prácticamente presente en todas y cada una de las películas de zombies memorables que se recuerdan.
Así pues lo que nos queda es un reparto de lujo en el que abunda la marcianada, literalmente en el caso de Tilda Swinton, y el humor autocomplaciente, como las continuas referencias a la canción de la película, que canta Sturgill Simpson en cada momento y lugar, o la lectura del guión que convierten el personaje de Adam Driver en peculiar visionario. En conjunto el espectáculo se deja ver, pero con la sensación de mil veces visto y con la gracia justa, más bien poca, mientras chirrían a estas alturas momentos tan desafortunados como Chloë Sevigny como única de los tres policías, los otros dos hombres, que se impresiona con los cadáveres que dejan los zombies a su paso, y que toma decisiones con pocas luces. Nos quedamos con la nostálgica coreografía de muertos saliendo del césped con la mano bien abierta y amenazante.
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