USA-Reino Unido 2020 94 min.
Dirección Brenda Chapman Guion Marissa Kate Goodhill Fotografía Jules O’Loughlin Música John Debney Intérpretes Keira Chansa, Jordan A. Nash, Reece Yates, David Oyelowo, Angelina Jolie, Anna Chancellor, Michael Caine, Gugu Mbatha-Raw, Jenny Galloway, Clarke Peters, David Gyasi, Derek Jacobi Estreno en el Festival de Sundance 27 enero 2020; en Estados Unidos 13 noviembre 2020; en España 27 noviembre 2020
Posiblemente una de las cintas más extravagantes que se hayan estrenado en los últimos meses, y no por su estilo narrativo ni por su acabado formal, sino por su extraña propuesta y el ambiguo objetivo que se persigue con ella. Su guionista ha imaginado el origen de dos personajes famosos de la literatura infantil, Peter Pan y Alicia, como una vía de escape (que es como se titula esta película que de cuento infantil tiene poco como para que nuestros distribuidores se hayan decantado por algo tan previsible como Érase una vez...) para superar un trauma infantil.
Los dos personajes son niños y hermanos que viven con sus padres, una Angelina Jolie y un David Oyelowo que forman una improbable pareja interracial en la Inglaterra de principios del siglo XX. A partir de una tragedia familiar se verán sumidos en una profunda tristeza de la que intentarán salir con el uso de la imaginación. Pero tanto ésta como las aventuras que viven en juegos son de un gusto marcial que debería estar ya superado, mientras los niños traumatizados se expresan y mueven con el habitual acento americano en marcar posturas demasiado maduras para su edad.
Tanto su guionista como su directora, curtida en películas de animación como Brave y El príncipe de Egipto, insertan bien los caracteres que inspiran a los personajes que acompañan a los dos protagonistas en sus futuras aventuras, pero no encuentran el tono justo para entusiasmar ni al público infantil, que probablemente se aburra mucho, ni al adulto, que no encontrará enjundia en este tratado psicoanalítico sobre la infancia y cómo debería disfrutarse. Pretende ser poética en cada uno de sus apartados, incluida su melosa banda sonora, pero solo encuentra a su paso hallazgos puntuales, como aconsejar el juego de niños tradicional y al aire libre e integrar otras razas en el imaginario literario clásico.
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