Dirección Javier Fesser Guion Javier Fesser y Claro García Fotografía Álex Catalán Música Rafael Arnau y Laura Molina Sepúlveda Intérpretes Pol López, Chani Martín, Laura Gómez-Lacueva, Yanick, Alberto Castrillo-Ferrer, Miguel Lago Casal, Chema Trujillo, Rosario Pardo, Gerald B. Fillmore, Barbara Grandío, Gloria Albadalate, Rosalinda Galán, César Maroto, Cristina Acosta, Silvia de Pé, Fernando Sansegundo, Teresa Guillamón, José Troncoso, Alberto Nieto Fernández, Gloria Ramos Estreno en Internet 19 noviembre 2020
Javier Fesser ha alternado en su filmografía la narrativa convencional (Camino, Campeones) y el estilo cómic fiestero (El milagro de P. Tinto, Mortadelo y Filemón), y entre sus largometrajes ha colado un sinfín de cortos que se adscriben indistintamente a una y otra corriente. Su última propuesta parte del mediometraje y ese estilo colorista y visualmente grotesco que caracterizó sus primeras cintas, para contarnos tres historias precedidas de un prólogo que actúa a su vez como fino y anecdótico hilo conductor.
Como si de un Historias salvajes se tratara, Fesser busca en lo más mezquino de la condición humana, más concretamente la española, para con ingenio e imaginación hablarnos de un obseso del orden al que el pasado le hace una mala jugada, un inmigrante africano burlado por una mujer sin escrúpulos a punto de ser desahuciada, y un empresario que dilapida la fortuna familiar con juego y corrupción. El día a día dentro de nuestras fronteras en un espectáculo que se mantiene con la precisión de un artefacto de relojería, un diseño de producción excelente y un elenco plagado de esos rostros tan queridos por el director, en el que quien no es feo se lo hace.
Lástima que algunos no profesemos querencia alguna por el humor basado en lo peor de nuestra idiosincrasia, donde abunda la falta de respeto, la ausencia de solidaridad y buenos sentimientos y el exceso de mala baba. Pero no por eso podemos negar que Fesser ha conseguido de nuevo un espectáculo brillante y entretenido, a ratos hasta divertido, aunque más que reírse de la desgracia ajena, como reza su publicidad, retrata a un país grotesco pero lleno de vida y color.
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