lunes, 7 de febrero de 2022

EL BAR DE LAS GRANDES ESPERANZAS Falta inspiración y motivación

Título original: The Tender Bar
USA 2021 104 min.
Dirección
George Clooney Guion William Monahan, según el libro de J.R. Moehringer Fotografía Martin Ruhe Música Dara Taylor Intérpretes Tye Sheridan, Ben Affleck, Lily Rabe, Daniel Ranieri, Christopher Lloyd, Max Martini, Briana Middleton, Rhenzy Feliz, Max Casella, Sondra James Estreno en Estados Unidos 17 diciembre 2021; en España (internet) 7 enero 2022

George Clooney
adquirió cierto prestigio con su debut en la dirección, Confesiones de una mente peligrosa, que consolidó con Buenas noches y buena suerte y Los idus de marzo. El resto de las ocho películas que conforman su filmografía, incluida esta que los americanos tildarían de Feel Good Movie, no están a la altura de sus expectativas ni de las de quienes la siguen. En esta adaptación de las memorias infantiles y juveniles del periodista J. R. Moehringer, ganador del Pulitzer en 2000, Clooney nos ofrece su película presuntamente más tierna hasta el momento, pero en cierto modo también una de las más anodinas. Parte de la responsabilidad la tiene William Monahan, guionista de El reino de os cielos, Red de mentiras e Infiltrados, que quizás no haya sabido expresar en su adaptación el espíritu del libro en que se basa.

Se agradece sin embargo que Clooney prescinda de ese aire grandilocuente y pretencioso que suele emplear en sus trabajos. Se acumulan los lugares comunes en este tipo de producciones, incluido el sempiterno niño con comportamientos autistas para reflejar una inteligencia superior, siempre rodeado de adultos, como si le faltara una auténtica y creíble infancia. El mejor segmento de la película es el central, cuando el protagonista, un Tye Sheridan al que a falta de ver Instintos ocultos con Colin Farrell y Lo que la verdad oculta con Ana de Armas, ambas estrenadas solo en internet, seguiremos identificando con Ready Player One de Spielberg y la reciente El contador de cartas de Schrader, se enfrenta a sus años de graduación en Yale y a una frustrada relación sentimental que tanto nos recuerda a aquella mítica película de James Bridges de 1973, Vida de estudiante.

El bar del título, The Dickens que aquí sirvió para titular el libro y ahora también la película como El bar de las grandes esperanzas, debería ser catalizador del cariño que el niño no encuentra en un padre ausente e irresponsable, una de las grandes taras de una sociedad tan anclada en el modelo tradicional de familia, así como mausoleo en el que el protagonista encuentre esa inspiración y motivación que el film no transmite y que habría de convertirle en escritor de prestigio. Pero nada de eso ocurre en esta errática película que no obstante se deja ver con amabilidad y toda nuestra admiración a un entregado Ben Affleck algo alejado de sus papeles habituales, que como tío del protagonista se gana nuestra simpatía. Para colmo, la ambientación se queda anclada prácticamente en los etenta, no importa cuántos años pasen.

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