lunes, 14 de febrero de 2022

LICORICE PIZZA Cualquier tiempo pasado no fue mejor

USA 2021 133 min.
Guion y dirección
Paul Thomas Anderson Fotografía Paul Thomas Anderson y Michael Bauman Música Jonny Greenwood Intérpretes Alana Haim, Cooper Hoffman, Sean Penn, Tom Waits, Bradley Cooper, John Michael Higgins, Skyler Gisondo, Christine Ebersole, Maya Rudolph, Benny Safdie, Joseph Cross, Nate Mann, Mary Elizabeth Ellis, Harriet Samson Harris Estreno en Estados Unidos 25 diciembre 2021; en España 11 febrero 2022

Tras varios años dirigiendo videoclips del grupo formado por las hermanas Haim, Paul Thomas Anderson retoma su carrera cinematográfica con una comedia romántica a la medida de la vocalista del grupo, Alana Haim, una joven más atractiva que convencionalmente guapa pero con un carisma y una facilidad para enamorar la pantalla como no veíamos en mucho tempo. Anderson se adapta aquí más al estilo característico de películas suyas como Boogie Nights o Puro vicio que al más estilizado y sofisticado de Pozos de ambición o El hilo invisible, retratando en esta ocasión una época pasada no como mera ambientación sino como si la cinta realmente hubiera sido rodada en ella, los míticos finales de los setenta, en un ejercicio que ya han llevado a cabo cineastas como Todd Haynes en Lejos del cielo a propósito de los melodramas de Douglas Sirk de los cincuenta, Peyton Reed con Abajo el amor a colación de las comedias románticas de Doris Day y Rock Hudson, o Michel Hazanavicus en The Artist para recrear el cine mudo.

En Licorice Pizza (esa Pizza de regaliz que nos han regateado los distribuidores y que tan bien refleja el espíritu de la obra, el paso de la adolescencia a una primera y temprana madurez) regresamos con total y absoluta fidelidad a aquella época, pero no en plan nostálgico sino más bien el alivio de que efectivamente cualquier época pasada no fue necesariamente mejor. Un amor adolescente, el que siente el quinceañero Gary (espléndido Cooper Hoffman, hijo del malogrado Phillip Seymour Hoffman que tanta huella dejó en la que sigue siendo la mejor película de Anderson, Magnolia) por la joven Alana, y su emprendedora e incansable carrera con el fin de sorprenderla y conquistarla, se convierte en el eje alrededor del cual aparecen y desaparecen una serie de excéntricos personajes, algunos reales, como el ex peluquero novio de Barbra Streisand y más tarde productor de éxito Jon Peters, otros inspirados en personajes reales, como el actor William Holden o la actriz y comediante Lucille Ball (tan de moda ahora que Nicole Kidman la interpreta en Ser los Ricardo), y otros directamente inventados. Y entre el numeroso elenco, la familia completa de la protagonista, padre, madre y hermanas dándole réplica también en la pantalla.

La homofobia, la crisis energética de la era Carter, el machismo y otras lindezas se suceden en esta película como advertencia de lo que pasó y siempre estamos en peligro de repetir. Todo ello bajo una capa de distensión y felicidad, con momentos hilarantes como el protagonizado por Harriet Samson Harris, cuya vena entre cómica y siniestra tan bien supo aprovechar Juanma Bajo Ulloa en Baby, y un sinfín de referencias cinéfilo populares (ese John C. Reilly haciendo un cameo como Fred Gwyne dando vida a Herman Munster) y de canciones de la época (de Nina Simone a Paul McCartney pasando por Mason Williams, Donovan, Suzy Quatro o David Bowie), hacen del film una experiencia divertida y gratificante que no busca mucho más allá de ese retrato generacional no precisamente melancólico y de divertir como siempre lo han hecho este tipo de comedias adolescentes con todo tipo de episodios y ocurrencias dándole impulso narrativo.

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