lunes, 21 de febrero de 2022

MUERTE EN EL NILO Una versión creativa y atrevida

Título original: Death on the Nile
USA-Reino Unido 2022 127 min.
Dirección
Kenneth Branagh Guion Michael Green, según la novela de Agatha Christie Fotografía Haris Zambarioukos Música Patrick Doyle Intérpretes Kenneth Branagh, Gal Gadot, Tom Bateman, Armie Hammer, Emma Mackey, Annette Bening, Sophie Okonedo, Letitia Wright, Jennifer Saunders, Rose Leslie, Russell Brand, Ali Fazal, Dawn French Estreno simultáneo mundial 11 febrero 2022


Muchos nos preguntamos por qué en lugar de rehacer adaptaciones de Agatha Christie que fueron estupendas películas en la década en la que los repartos se convirtieron en garantía de éxito gracias a las películas de catástrofes, Kenneth Branagh no se empeña en adaptar otros libros de la reina del crimen que han contado con peores adaptaciones, como por ejemplo Diez negritos. Sin embargo a la hora de disfrutar con esta nueva Muerte en el Nilo, hemos de reconocer que Branagh ha acertado en muchos de sus aspectos. Ha combinado personajes, prescindido de otros e introducido alguno nuevo, a la vez que se ha tomado la licencia de inventar situaciones y emociones que no estaban en el original ni en la famosa adaptación que dirigió John Guillermin (El coloso en llamas) en 1978. 
Todo parece ser que con la intención de analizar al personaje central, un Hercules Poirot dramático y ligeramente atormentado por la pérdida del amor y la amistad, más sentimental que de costumbre y confiado al romanticismo para resolver un crimen con todos los tintes apasionados que le sean etiquetables.

Branagh, con la ayuda inestimable de Michael Green al guion, que también fue responsable de su versión de Asesinato en el Orient Express, y de otras cintas con las que ésta guarda cierta similitud, especialmente y sin que parezca un disparate, la reciente Jungle Cruise, así como su acertada secuela de Blade Runner, ha añadido e inventado y casi podríamos decir que mejorado el original. Puede que haya traicionado el espíritu tradicionalmente asociado a Christie, pero sin prescindir en absoluto de sus ingredientes principales, crimen y lujo, ha logrado un espectáculo notable, en algunos momentos casi musicales (esas canciones entonadas por una improbable Sophie Okonedo doblada por Sister Rosetta Tharpe, y bailadas frenéticamente por Hammer, Mackey y Gadot), al que sin embargo se le notan más las costuras estéticas y presupuestarias que a su predecesora, donde la infografía y el reparto le superaban. Ese Nilo bañando las pirámides de Egipto constituirá en un futuro próximo motivo de decepción para millones de turistas ignorantes que confíen en las apariencias de un artilugio de entretenimiento como este. Otra cosa es el templo de Abu Simbel, que en 1937 ocupaba su emplazamiento original tal como parece representarse en este film que renuncia a los escenarios originales que sí explotaba la cinta del 78 y se confía en exceso a una infografía demasiado obvia, incluida una embarcación que más parece resultado de un proyecto arquitectónico vintage que un buque navegable.

Con todo, Branagh consigue un espectáculo solvente que engancha incluso a quienes conocemos su trama de sobra, y da pautas sobre la personalidad de Poirot que suman. Y si en Asesinato en el Orient Express se inventaba un prólogo en Jerusalén que ilustraba sobre el genio del detective belga, en esta otro añade a ese particular otro detalle sobre su vertiente romántica y atormentada que también ayuda a disfrutar de la propuesta posterior. Acierta también al prescindir de recrear con imágenes las suposiciones y acusaciones de Poirot, como sí hizo Guillermin, una práctica que tantas críticas le valió a Hitchcock cuando rodó Pánico en la escena. La música de Patrick Doyle y el vestuario de Paco Delgado también aportan su granito de arena a este satisfactorio espectáculo de lujo, crimen y pasión.

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