Reino Unido-Bélgica-USA 2015 119 min.
Dirección Tom Hooper Guión Lucinda Coxon, según la novela de David Ebershoff Fotografía Danny Cohen Música Alexandre Desplat Intérpretes Eddie Redmayne, Alicia Vikander, Matthias Schoenaerts, Ben Whishaw, Amber Heard, Sebastian Koch, Adrian Schiller Estreno en el Festival de Venecia 5 septiembre 2015; en Estados Unidos 25 diciembre 2015; en Reino Unido 1 enero 2016; en España 15 enero 2016
Ni El discurso del rey ni Los miserables son lo suficientemente buenas como para atisbar detrás de ellas el talento de un gran director. Esta nueva película evidencia la incapacidad de Tom Hooper para sacar sustancia a una historia tan inquietante y original como la que plantea la historia real de Einar Wegener, un paisajista danés de la primera mitad del siglo XX que se convirtió en el primer transexual de la historia, dando vida a Lili Elbe. El realizador se limita a plasmar con una estética edulcorada y preciosista más próxima a una postal romántica que un verdadero drama existencial, esta historia de confusión de identidad sexual que debió suponer en la realidad un trauma mucho mayor que el que sufre el protagonista de La teoría del todo a costa de mohínes y gestos relamidos y amables, con apenas un par de registros interpretativos que le han supuesto una inmerecida nominación al Oscar por segundo año consecutivo. Tan protagonista como él, y sin embargo relegada a la categoría de actriz secundaria, la joven danesa Alicia Vikander (Un asunto real, Ex Machina, Operación U.N.C.L.E.) asume un gran peso en la historia al interpretar a una esposa entregada y fiel hasta las últimas consecuencias que lucha primero por recuperar al marido que se descubre como mujer, y decide después apoyarlo incondicionalmente. Todo en un contexto de postal tan irreal y estudiado que no deja resquicio para que entre la realidad, el drama resulte creíble y lleguemos a identificarnos, cada uno y una según sus simpatías, con el drama expuesto. No ayuda la música de Desplat, hermosa para una escucha desvinculada pero rematadamente cursi en el contexto para la que se aplica. Ni profundiza en la psicología del traumatizado personaje central ni en la profesión de la pareja ni en el ambiente bohemio en el que se desenvuelven, ni en la relación con un amigo de la infancia que marcó esa nueva identidad a la que se enfrenta. Todo es superficial y anodino, siendo finalmente el vestuario del español Paco Delgado lo que más sobresale debido a su creatividad y a la importancia que tiene en el contexto de la historia, lo que podría valerle el Oscar que con Los miserables no logró en favor de Jacqueline Durran y su Anna Karenina.
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