Guión y dirección Brian Helgeland, según el libro “The Profession of Violence” de John Pearson Fotografía Dick Pope Música Carter Burwell Intérpretes Tom Hardy, Emily Browning, David Thewlis, Christopher Eccleston, Chazz Palminteri, Tara Fitzgerald, Taron Egerton, Colin Morgan, Paul Anderson, Sam Spruell, Duffy Estreno en Reino Unido 9 septiembre 2015; en España 8 enero 2016
Hay más ambición que auténtico talento en esta película. El de Brian Helgeland como guionista, con títulos emblemáticos como L.A. Confidential y Mystic River en su portfolio, se ha diluido en esta crónica irregularmente narrada de los violentos hermanos Kray, dos gángsters que sembraron de corrupción y sangre el East End londinense de los años 60; y el del mismo Helgeland como director, con una carrera mucho menos interesante a base de películas como Payback o Destino de caballero, se limita a emular al rey del gangsterismo fílmico, Martin Scorsese, trasladando su estilo de montaje rápido, ambientación barroca, voz narradora y muchas canciones de fondo, del Nueva York italoamericano a los suburbios cockney de Londres. Casi dos horas y cuarto que Helgeland emplea en contarnos las andanzas de estos dos delincuentes sin escrúpulos desde un punto de vista especialmente psicológico, para lo cual decide poner en voz de la amada esposa del aparentemente más sensato de los hermanos, la pequeña y angelical Emily Browning a quien vimos en God Help the Girl y Pompeya, la narración de los acontecimientos, por mucho que su perfil no dé para conocer todos los entresijos de la trama. Un punto de vista si se quiere sentimental o poético que sirve de contrapunto a la personalidad compleja y traumática de dos persnajes que en realidad parecen dos caras de la misma moneda, una suerte de Dr. Jeckyll y Mr. Hyde que Tom Hardy edifica con portentosa habilidad, cargando de matices su doble cometido de encarnar al ávido de redención Reggie y al psicópata homosexual Ron, todo un terrorífico inestable mental que sirve de alter ego al más cuerdo y sólo en apariencia más sensible hermano. Su excelente interpretación y la cuidadísima y costosa ambientación son las mejores bazas de un film que se ve con atención y que entretiene, pero que podría haber dado lugar a un producto mucho más apasionante dada la atractiva fuente de inspiración con la que cuenta. Como curiosidad, en el local que regentan los Kray, Esmeralda Barn, Duffy da vida a Timi Yuro, una cantante muy popular en el Reino Unido por aquel entonces, mientras personajes como Joan Collins o Shirley Bassey hacen fugaces apariciones en la piel de sendas figurantes.
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