
Con la partitura aprendida de memoria, Cogato hizo gala de una saludable versatilidad a la hora de afrontar esta página inmortal del pianismo a través de una pulsación precisa y equilibrada en forma y esencia, de manera que la suya no fuera una lectura superficial, combinando poesía y fuerza intelectual. Fue contenido pero no aséptico en el famoso andante, para el que no dudó en reprimir impulsos dionisíacos sin traicionar sentimiento y emoción, con puntuales arranques de temperamento romántico que no mancharon una lectura acorde a la estética del director. Cogato imprimió una majestuosa firmeza a la partitura, acompañado a la batuta con brillantez y elegancia. En las cadencias el pianista echó mano del ingenio y la creatividad, potenciando los aires marciales del allegro inicial y el ánimo jovial del final. Antes, Emelyanychev atacó con nervio y entusiasmo la hermosa obertura El cuento de la bella Melusina de Mendelssohn. Faltó sin embargo garra y cuerpo, y ni siquiera la cuerda, dispuesta como es habitual en el director, con violines enfrentados y cuerda grave en el centro, acertó a evocar el carácter líquido y poético de la obra. En la propina, el tercero de los Momentos musicales de Schubert, Cogato logró trasladar su aparente sencillez a un nivel de encantamiento y ensoñación.
Mozart le sienta mejor a Emelyanychev, que tras unas Bodas de Fígaro atropelladas pero efectivas al exprimir su carácter extrovertido y jovial, se metió en la piel del Mozart más arriesgado y comprometido con una Sinfonía nº 39 discutible en algunos aspectos pero satisfactoria en general. Después de décadas exprimiendo el lado más reflexivo y atormentado del compositor, las nuevas tendencias han burlado ese temperamento a favor de una liviandad y una ligereza que no es precisamente lo que hace trascender el talento y la brillantez que le sobra. Por eso aplaudimos que el joven director ruso opte inteligentemente por una interpretación en estilo, enérgica y con confianza, rebajada en vigor y solemnidad pero sin aligerarla demasiado, y manteniendo ese punto dramático que a muchos nos inspira la partitura, aunque faltara mayor incisividad y contraste entre los pasajes más sombríos y los más lúdicos.
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