Felipe Rodríguez, a la derecha, fue sustituido por Juan Luis Gallego, en la otra fotografía |
Apenas alguno de los tríos de Turina catalogados había sido interpretado en las anteriores ediciones del festival que lleva su nombre. El Arriaga se presentó con los tres oficiales y el primerizo que tiene fuera de catálogo, único que estrenó en su Sevilla natal. En este punto no deja de sorprendernos el desapego de la sevillanía hacia la ciudad que tanto confiesa amar. De la misma manera que poca gente alza su voz hacia los desmanes que se perpetran en tan bella ciudad, destruyendo paseos premiados para convertirlos en horrorosos portaviones (Marqués de Contadero), o permitiendo que tanta suciedad se almacene en sus calles, qué poco interés suscitan sus iconos culturales, evidenciado en un aforo insuficiente para tan significativo programa, centrado en uno de nuestros músicos más emblemáticos. El Trío en Fa es una obra de juventud, plenamente romántica, en la que el autor desplegó el fuego y temperamento propios de su edad, acusando pleno dominio del contrapunto y el ritmo, tal como demostró una interpretación enérgica y depurada en la que brilló el piano de Ligorio, consciente de la gramática eminentemente pianística del autor sevillano.
En ninguno otro como el Trío fantasía Círculo se observa el carácter cíclico de la obra de Turina, una pieza de considerable carga expresiva que disfrutó de una depurada interpretación, siempre atenta a subrayar la finura y la elegancia de su escritura, y haciendo de su latente andalucismo una seña de identidad. Igual que en los tríos 1 y 2, con especial énfasis en el carácter agitanado del segundo, parejo a la Oración del torero, donde el violonchelo de Apellaniz dejó su impronta dando cuerpo a un conjunto en el que el color y la calidez primaron dentro de una estética plenamente romántica, salpicada de tintes impresionistas, tal como Turina aprendió en su inevitable periplo parisino, cuando tanta influencia ejerció sobre él la Schola Cantorum. En el Trío nº 1 las variaciones del segundo movimiento, en forma de danzas, brillaron en las voces de un trío en estado de gracia, con especial mención para el marcado melodismo de Gallego al violín. Milagro fue que tan espléndidos resultados se cocieran a tan altas temperaturas.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 6 de septiembre de 2017
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