VI Festival Tío Pepe de Jerez. Juan Diego Flórez, tenor. Ruzan Mantashyan, soprano. Christopher Franklin, director. Orquesta Filarmónica de Málaga. Programa: Oberturas, arias y dúos de Zampa, de Hérold, Romeo y Julieta y Fausto, de Gounod, La favorita y Lucia di Lammermoor, de Donizetti, Manon, de Massenet, Cavalleria Rusticana, de Mascagni, y La bohème, de Puccini. Miércoles 7 de agosto de 2019
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Juan Diego Flórez en un momento de su
actuación en el Festival Tío Pepe
Foto: Miguel Ángel Castaño |
En los últimos años han proliferado en nuestra comunidad los festivales de verano, combinando lírica, jazz, pop y otros géneros musicales para mayor deleite de un público que acude a ellos buscando una experiencia que trascienda lo puramente musical, en la que el entorno, la oferta gastronómica y la posibilidad de alargar la velada con actuaciones y baile en directo, se convierten en atractivos añadidos. El de las Bodegas Tío Pepe de Jerez de la Frontera cumple seis años y se une a otros como el Starlite de Marbella, que con tan solo dos ediciones más se ha convertido en evento de referencia. El Tío Pepe suele incluir en su programación al menos una gala lírica por edición. Si en años anteriores los invitados fueron el tenor jerezano Ismael Jordi y la soprano Ainhoa Arteta, tan vinculada a nuestra comunidad, éste ha sido el año de Juan Diego Flórez, que menos de un año después de su recital en el Maestranza de Sevilla, ha vuelto con energías renovadas y una oferta sustancialmente diferente a la presentada en nuestra ciudad, donde actuó acompañado del pianista Vincenzo Scalera.
A estas alturas de su carrera parece emular la práctica de muchas estrellas del canto en etapa madura, impulsar la carrera de una artista incipiente. Un padrinaje que se convierte en garantía de calidad y que en este caso tuvo en la joven soprano armenia Ruzan Mantashyan la demostración de una apuesta firme y segura. Juntos y por separado ofrecieron un recital cuya calidad y nivel de exigencia estuvieron muy por encima de lo que cabría esperar en este tipo de manifestaciones veraniegas. La participación de la Filarmónica de Málaga, orquesta habitual en esta tierra gaditana, especialmente en el foso del Villamarta, añadió atractivo al espectáculo bajo la experta dirección del norteamericano Christopher Franklin, cuya carrera ha desarrollado principalmente en el terreno operístico, habiendo además acompañado a Flórez en giras anteriores.
Bel canto, Romanticismo y Verismo sobre el escenario
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Ruzan Mantashyan canta el Aria de las Joyas en un
montaje de Fausto de la Ópera de Ginebra,
bajo las órdenes de Michel Plasson |
Flórez parece haber aparcado el belcantismo rossiniano que le hizo tan célebre a principios de su carrera, y que continuó cultivando tanto tiempo. Sólo la obertura de la ópera Zampa del olvidado compositor francés Louis-Ferdinand Hérold recordó esta etapa rossiniana del tenor peruano. A partir de ahí empezó sumergiéndose en aguas del romanticismo con varias páginas del Romeo y Julieta de Gounod, como un Lève-toi soleil en el que hizo acopio de su proverbial buen gusto y un exquisito fraseo, además de una envidiable potencia cuya virtud no quedó solapada por la inevitable amplificación. Triunfó con una sensacional interpretación de Tombe degli avi miei de Donizetti, y se metió al público definitivamente en el bolsillo con Puccini, de quien ofreció una conmovedora Che gelida manina, y ya en las propinas un Nessun dorma que aunque evidenció cansancio, estuvo a la altura de lo aceptable.
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Flórez, Mantashyan, Franklin y la Filarmónica de Málaga
Foto. Miguel Ángel Castaño |
La joven Mantashyan se estrenó con el alegre y victorioso Je veux vivre de Julieta, continuando en la misma línea pero más segura, vigorosa y caldeada en el Aria de las Joyas de Fausto de Gounod. Precisamente su papel de Margarita en esta ópera de Gounod y el de Mimí en La bohème, de la que interpretó con sentimiento, considerable teatralidad y sin afectación la preciosa Mi chiamano Mimì, son los dos roles con los que inició su carrera hace unos seis años. Su voz cálida y carnosa, sin tiranteces y con facilidad para modular y cambiar de registro, fue una de las sensaciones de la noche, colaborando en unas escenas y dúos junto a la estrella hispana que lograron un considerable nivel de calidad. Franklin dirigió con aplomo y atención al detalle a una Filarmónica de Málaga que se entregó a placer, con momentos tan logrados como el Granada que entonó Flórez en uno de los bises, repitiendo el esquema de su actuación en Sevilla en el que figuraron La flor de la canela, Cucurrucú Paloma, una marinera tradicional peruana y un trepidante y festivalero Gato montés a dúo con una aflamencada y muy simpática Mantashyan, además del referido aria de Turandot que, como hizo en Sevilla, animó a tararear al público. Mañana repite programa en el Festival de Peralada, pero con otra orquesta y director y seguramente algún bis menos.
Artículo publicado en
El Correo de Andalucía
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