Dirección Jonás Trueba Guión Itsaso Arana y Jonás Trueba Fotografía Santiago Racaj Intérpretes Itsaso Arana, Vito Sanz, Joe Manjón, Isabelle Stoffel, Luis Heras, Mikele Urroz, María Herrador, Naiara Carmona, Sigfrid Monleón Estreno 15 agosto 2019
Una vez liberada de su personaje en La reconquista, la anterior película de Jonás Trueba, aunque manteniendo un encuentro-guiño con su amante en aquélla, Francesco Carril, Itsaso Arana escribe y protagoniza ahora este film de autodescubrimiento y florecimiento. Eva es una chica en la treintena que decide pasar sus vacaciones de verano en la misma ciudad en la que reside, Madrid, redescubierta y experimentada desde un punto de vista alternativo y más relajado, empezando por mudarse de piso como quien alquila un apartamento en la costa. A nuestros ojos vuelve sin embargo a mostrarse un Madrid archivisto, ya visitado en anteriores ocasiones por el director de Todas las canciones hablan de mí y Los exiliados románticos. Bares, verbenas y garitos conforman así una geografía en la que sus personajes pasean sus emociones y sentimientos, esta vez con algo más de naturalidad y variedad que en su anterior y muy irritante trabajo.
Con una vocación cosmopolita que ayuda sobremanera a abrir la mente de una mujer algo acomplejada, pudorosa y desorientada, rodeándose de nuevas amistades que representan cierto abanico de la farándula europea, y observando a los y las turistas que le acompañan en su periplo vacacional, una vez más habrá de ser el amor el que despierte esas inclinaciones tan asociadas a la mujer, de cuya feminidad y feminismo este trabajo pretende convertirse en un referente. No cabe duda de que Trueba ha buscado un lenguaje propio desde su ópera prima, y que aunque mantiene ciertos puntos de conexión con Rohmer o Allen, se distancia también de ellos creando una iconografía y un paisajismo tan propio como hasta cierto punto intranscendente.
A pesar de todo ha logrado construir su película más convincente y amable, logrando mantener el interés no obstante la condición de sus personajes, siempre tan pavos y caprichosos, ajenos a los problemas coyunturales para situarse en un meandro de idealismo e ilusión poco realista. Cabe reprocharle una general falta de tensión en las situaciones y entre sus personajes, especialmente apreciable en crisis de amistad, descubrimiento de instinto maternal y prácticas de relajación para mitigar los dolores del período. Arana concede mejores líneas de diálogo a sus compañeros y compañeras de reparto, mientras se reserva de nuevo un papel en el que las caras dulces y las expresiones desnortadas no le ganan la batalla a otras presencias más firmes como las de Stoffel y Urroz.
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