No cabría pensar en una mejor inauguración de la temporada lírica del Maestranza. Nada más y nada menos que el gran tenor lírico Juan Diego Flórez, quince años después de su última comparecencia en el coliseo sevillano, dispuesto a seducir con repertorios que aborda desde hace relativamente poco y con los que parece sentirse tan a gusto como con el Rossini que frecuentaba en aquella época, cuando nos visitó también acompañado por su fiel y competente escudero Vincenzo Scalera al piano. Si entonces contó con el patrocinio de la desaparecida Caja San Fernando, ahora llegó como embajador de Telefónica, compañía que le ha permitido llevar a cabo una encomiable labor educativa en su tierra, Perú, donde desarrolla el ambicioso proyecto Sinfonía Digital. Sin duda un aperitivo de lujo antes de que a finales de mes se alce el telón con uno de sus títulos imprescindibles, Lucia di Lammermoor, aunque sin él.
De ese bel canto que tan buena y merecida fama le dio a comienzos de su carrera, sólo mantuvo en esta ocasión a Donizetti, pero algunas de las otras piezas que cantó lo hizo con técnicas parecidas al estilo que le encumbró y convirtió en la voz imprescindible que hoy es. Así ocurrió con Mozart, cuyo bellísimo Dies Bildnis de La flauta mágica cantó con delectación, fraseando con ese excelente gusto que le caracteriza, para a continuación exhibir bravura no sin una ajustada contención en la jubilosa Si spande al sole de El rey pastor. Preciso y confiado, llegó a conmover con esa apuesta segura que es Una furtiva lagrima, y convenció con un doble homenaje a su idolatrado Alfredo Kraus, en la primera parte con Tombe degli avi miei, exhibiendo un portentoso control de la respiración y un dominio absoluto de los recursos expresivos, y en la segunda parte con un conmovedor Pourquoi me révellier de Werther. Verdi ocupó el final de la primer parte, fraseando con delicadeza un aria alternativa de la versión francesa de Las vísperas sicilianas, y dejando claro con Lungo da lei de La traviata que ya no es esa voz ligera con la que triunfaba hace años, que ha evolucionado considerablemente, ha cogido más cuerpo, su hermosa voz es más carnosa y no sólo brilla en sus refulgentes y nunca impostados agudos. Hizo bien en no intentar transfigurarse en cada personaje abordado, manteniendo cierta coherencia y homogeneidad en la línea de canto y otorgando al conjunto ese carácter de recital que se proponía.
Flórez y Scalera |
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