Dirección Aneesh Chaganty Guión Aneesh Chaganty y Sev Ohanian Fotografía Juan Sebastián Barón, Nick Johnston y Will Merrick Intérpretes John Cho, Debra Messing, Joseph Lee, Michelle La, Sara Sohn Estreno en Festival de Sundance 21 enero 2018; en Estados Unidos 31 agosto 2018; en España 28 septiembre 2018
Teniendo en cuenta que la presunta originalidad y frescura que se le achaca a esta película, narrada en su totalidad a través de las pantallas de un ordenador, ya había sido ampliamente experimentada por Nacho Vigalondo hace cuatro años en Open Windows, y que la trama criminal que propone se nos antoja tan ridícula como manipuladora, apenas queda mucho por celebrar en el debut del joven realizador Aneesh Chaganty. Y sin embargo es en el trasfondo social donde la cinta se muestra inteligente y lúcida. El gran esfuerzo de producción y distribución que exhibe, con todas las pantallas íntegramente traducidas al castellano, igual que lo estarán al francés, alemán, ruso, japonés y cuantos idiomas más, tanto o más que nuestros propios ordenadores personales, no se corresponde con la decisión de dejar su título original en lugar de su traducción Buscando, como sí se ha hecho en Latinoamérica, siempre más respetuosa con el castellano. La investigación que lleva a cabo un padre respecto a la desaparición de su hija, ambos americanos de origen oriental, lo que unido al director de origen indio, el director de fotografía de origen hispano y al carácter ruso del productor, el también director Timbur Bekmambetov (Wanted, Ben Hur), convierten éste en un producto muy exótico y global, a través de los dispositivos electrónicos de ella, podría haber sido más ingeniosa y sofisticada, pero en su primera mitad no conduce a nada, mientras en la segunda abundan los giros insospechados y las casualidades con las que sacarse la resolución de la chistera. Se echa mucho de menos ese cine y televisión policial americano en el que abundaba el ingenio, la sorpresa y la admiración. Pero hay cuestiones de fondo que trata esta película, quizás de forma más inconsciente de lo deseado, que dan cierto valor al producto: Nuestra dependencia de la tecnología y de las redes sociales, sin las cuales pareciera que no existimos, la escasa empatía que tenemos con el entorno, al que retratamos y grabamos hasta la saciedad pero al que apenas conocemos, y la tendencia mediática a crear espectáculo sensacionalista. Por lo demás la trama y su desarrollo produce algo parecido a la vergüenza ajena.
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