Guion y dirección Paul Urkijo Alijo Fotografía Gorka Gómez Andreu Música Maite Arroitajauregui y Aránzazu Calleja Intérpretes Eneko Sagardoy, Edurne Azkarate, Itziar Ituño, Elena Uriz, Nagore Aranburu, Ramón Agirre, Iñigo Aranbarri, Iñigo Aranburu, Karlos Argiñano, Kepa Errasti, Patxi Bisquert, Josu Eguskiza, Aitor Barandiaran, Gaizka Chamizo Estreno en el Festival de Sitges 9 octubre 2022; en salas 24 febrero 2023
Nos sirve el esperado estreno de esta película para hacer la enésima reflexión sobre los discutibles e inexplicables Goyas. Un año más tuvimos que cargarnos una entrega de premios en la que se celebró una y otra vez el próspero año cinematográfico español en cantidad y calidad, algo que una edición más no se reflejó en las nominaciones, centradas en apenas unos cuantos títulos, lo que nos lleva a encabezar a nivel mundial los récords de nominaciones (hasta diecisiete en alguna ocasión) y premios (trece o más incluso), encumbrando pocos títulos y dejando en el camino muchos tan dignos y merecedores de premios como los a menudo privilegiados. Es ahora cuando celebramos y reivindicamos los logros de Pacifiction de Albert Serra en los César, habiendo obviado la que para muchos y muchas es la mejor película española del año en los premios de nuestra trasnochada y despistada academia. Enviamos Alcarrás a los Oscar confiando en su Oso de Oro, cuando se trata de sintonizar con un gusto americano que difícilmente empatiza con una película como la de Carla Simón, y encima la dejamos sin Goya alguno, para nuestra vergüenza. Mejor hubiésemos enviado As bestas, que bien que le ha ido en los César, donde ha triunfado por encima incluso de El triángulo de la tristeza, por mucha Palma de Oro, mejor película en los premios europeos del cine y tres nominaciones al Oscar que haya cosechado la película del mimado Ruben Östlund, que en Francia se titula Sin filtros y así la nombraron hace unos días en el informativo de Televisión Española para escarnio de propios y ajenos, cuando anunciaron el César a la película de Sorogoyen.
Viene todo esto al caso de que a la nueva película de Paul Urkijo Alijo le escatimaron uno tras otro todos los Goyas a los que optaba con tanta o más justificación que sus contrincantes. Y es que Modelo 77 puede brillar por muchos motivos, pero en efectos visuales, y vestuario no tiene parangón con Irati, y no digamos su banda sonora, sin duda superior y más elaborada que la no obstante interesante partitura de Olivier Arson para As bestas, si bien aquí nuestra preferida era la del infravalorado Iván Palomares para Las niñas de cristal. Pero lo peor es que ni la dirección artística ni la fotografía, ni el sonido o el maquillaje (imposible identificar a Karlos Arguiñano o Patxi Bisquert tras sus elaborados perfiles) optaban a premio, lo que no deja de ser alarmante, dada la enorme calidad artística y técnica de la película de Urkijo Alijo. Habría que considerar además que Irati acaba de estrenarse y le hubieran venido muy bien para su promoción un par de merecidísimos premios, pero en cuestión de venta seguimos sin haber aprendido nada, si nos salimos de las productoras de televisión privadas.
Es una lástima, porque nos encontramos ante una producción ejemplar y una película insólita en nuestro panorama, que conjuga leyendas celtas del norte de la península con historias de capa y espada, fantasía y un inequívoco mensaje ecológico y feminista en el que por una vez ser bruja resulta algo positivo, es estar en el lado de los buenos. Una fotografía preciosa y preciosista, un trabajo con el sonido fascinante, unos paisajes majestuosos y una producción holgada, además de los mejores efectos visuales disfrutados en una película española en mucho tiempo, un apartado que sí fue reconocido en el Festival de Sitges donde se estrenó, envuelven esta hipnótica película que nuestros exhibidores nos han obligado a disfrutar doblada, y es que ver aquí películas en otros idiomas del país es más difícil que verlas en francés o inglés, lo consideran como veneno para la taquilla, y lo que es peor, quién sabe si para el espíritu, no vaya a ser que el eusquera nos provoque urticaria. Para no resultar empalagosos y excesivamente entusiastas, destacaremos que pierde ritmo a mitad de su metraje, para después recuperarlo y regalarnos un final embelesador. Mientras tanto cabe disfrutar con sus batallas y luchas perfectamente coreografiadas y resueltas, su generosa imaginación y capacidad de inventiva y su acertada crítica a la religión en favor de una madre naturaleza voluptuosa y fascinante. No en vano la leyenda plasmada en esta película otorga al mayor bosque navarro el nombre de la protagonista del film y el cómic El ciclo de Irati de Joxean Muñoz y Juan Luis Landa en el que se basa.
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