USA 2024 112 min.
Dirección Lee Daniels Guion Elijah Bynum, David Coggeshall y Lee Daniels Fotografía Eli Arenson Música Lucas Vidal Intérpretes Andra Day, Glenn Close, Anthony B. Jenkins, Caleb McLaughlin, Demi Singleton, Aunjanue Ellis-Taylor, Mo’Nique, Omar Epps, Miss Lawrence, Colleen Camp Estreno en Netflix 30 agosto 2024
Que Lee Daniels haya forjado su carrera a fuerza de títulos que analizan la condición de la raza negra en el país de las oportunidades, con Precious como fracaso de la integración y la educación, El mayordomo como sumisión de raza al poder político y económico, y Los Estados Unidos contra Billie Holiday como lucha por la supervivencia y el reconocimiento en un mundo plagado de prejuicios, hace pensar que este insólito salto al cine de terror esconda alguna motivación que aporte un mayor grado de interés y enjundia a una historia más o menos anodina de fantasmas y posesiones diabólicas. Para colmo, que la cinta se base en el caso de Latoya Ammons, cuya familia sufrió supuestos e incomprensibles fenómenos reales hace trece años, añade más desconcierto al producto.
Es verdad que Daniels dirige con elegancia y sentido del ritmo una película que durante algo más de la mitad de su metraje construye una más que notable atmósfera e inquietud respecto a qué se nos va a contar. Ayuda a ello un elenco sobresaliente encabezado por Andra Day (Billie Holiday en el título aludido) y con Mo’Nique, ganadora del Oscar a la mejor actriz secundaria por Precious, entre las secundarias de un reparto mayoritariamente femenino si exceptuamos a los niños que sufren los terribles castigos por los pecados de los progenitores que la cinta parece narrar en formato metáfora . Pero quien realmente sorprende es Glenn Close, que pese a su color de piel interpreta a la madre de la protagonista y abuela de los niños, en un registro quizás estridente y pasado de rosca, pero que la veterana actriz reproduce con tanto sentido de la profesionalidad y del arte que consigue que cada escena en la que participa brille especialmente sobre las demás.
Lástima que pese a todos estos encantos, a los que hay que añadir una sobriedad poco habitual en este tipo de producciones, al menos en esa primera larga mitad, la función se disparate y desquicie al tomar derroteros archivistos en el género. Y todo sin que acertemos, por mucho que lo intentemos, asociar el episodio apocalíptico que sufre esta familia desestructurada y marchita por los sempiternos traumas infantiles, con una realidad social y económica directamente relacionada con los problemas de raza y los prejuicios aún no resueltos en el país que supuestamente inventó la democracia como hoy la conocemos.
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