jueves, 19 de septiembre de 2024

LA CALLE DEL MIEDO: 1994, 1978 y 1666 Retrato psicopático de un país enfermo

Título original: Fear Street: 1994, 1978 & 1666
USA 2021 107 (parte 1), 110 (partes 2 y 3) min.
Dirección
Leigh Janiak Guion Phil Graziadei, Leigh Janiak, Robert Patiño y Kate Trefry, según la trilogía de R.L. Stine Fotografía Caleb Heymann Música Marco Beltrami, Marcus Trumpp, Brandon Roberts y Anna Drubich Intérpretes Kiana Madeira, Olivia Scott Welch, Benjamin Flores jr., Ashley Zykerman, Sadie Zink, Emily Rudd, Ryan Simpkins, McCabe Slye, Ted Sutherland, Gillian Jacobs, Fred Hechinger, Michael Chandler Estreno en Netflix 2, 9 y 16 de julio de 2021

Descubierta gracias a su banda sonora, un trabajo sólido y espectacular comandado por Marco Beltrami, que en algunos pasajes, especialmente del episodio ambientado en 1978, recuerdan al mejor Goldsmith, hemos repasado esta trilogía sobre textos de Robert Lawrence Stine, especialista en literatura de terror para jóvenes y autor de la serie Goosebumps, que se desarrolla en tres fechas distantes y tienen la maldición de una bruja como eje central. Se trata de una esmerada adaptación de un trabajo que cuenta con más de un atractivo de tipo intelectual, toda vez que parece analizar los miedos, traumas y vicios de una sociedad tan enferma y malsana como la estadounidense, donde el ansia de poder y riqueza se combina con una tendencia desquiciada al uso de armas que en última instancia provoca grandes masacres a lo largo y ancho del país, especialmente entre los más jóvenes y vulnerables.

A la vez, Fear Street parece mirarse cada década en un referente claro del imaginario fantástico cinematográfico del país, Scream y los barrios residenciales en los noventa, Viernes 13 en un 1978 ambientado en un campamento de verano, y el siglo XVII siguiendo la pauta establecida con la leyenda de las brujas de Salem. Su realizadora, Leigh Janiak ha acertado en definir cada época y estilo, dándole ritmo al conjunto y logrando inquietar tanto como provocar horror con sus numerosas y escabrosas situaciones, algunas de ellas crueles hasta lo inimaginable.

Que las protagonistas sean lesbianas, y que esta condición hace tres siglos las señalara como posibles cultivadoras de la hechicería, es otro acierto de una trilogía que resulta más atractiva conforme avanza su enroscada y relacionada trama, si bien es el episodio central el que acaba suscitando un mayor grado de satisfacción.

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