viernes, 20 de septiembre de 2024

ORFEÓN DONOSTIARRA Y CARMINA BURANA: DOBLE RECLAMO

Concierto nº 1 del ciclo Gran Sinfónico de la temporada 2024-25 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Bryndis Gudjonsdóttir, soprano. Santiago Ballerini, tenor. Milan Perisic, barítono. Orfeón Donostiarra. Escolanía de Los Palacios. Shiyeon Sung, dirección. Programa: Sinfonía nº 39 en Mi bemol mayor K.543, de Mozart; Carmina Burana, de Carl Orff. Teatro de la Maestranza, jueves 19 de septiembre de 2024


Ahora sí toca hablar del primer concierto oficial de esta temporada de una Sinfónica que en su afán por recuperar público y justificar así las dos entregas de cada programa que prácticamente desde su creación brinda al público sevillano, convocó a un nutrido conjunto de voces e instrumentistas sobre el escenario del Maestranza, oficiando como maestra de ceremonias, y a la sazón estrella de la función, la directora coreana Shiyeon Sung.

La siempre recurrente y atractiva cantata Carmina Burana de Carl Orff, una fantasía goliarda que recrea los cantos poéticos de los monjes benedictinos de Beuern en clave romántica y con tendencia permanente al impacto y la espectacularidad, y la presencia sobre el escenario del Orfeón Donostiarra, tanto tiempo ausente de nuestra programación, sirvieron de reclamo irresistible para lograr en este concierto y el de hoy llenos absolutos en el aforo del coliseo del Guadalquivir.

Junto a la Sinfónica y el coro vasco, la batuta de la cada vez más solicitada y afamada directora surcoreana Shiyeon Sung, la siempre estimulante presencia de la Escolanía de Los Palacios, y un trío de voces solistas tan solventes como bien entonadas, lograron una primera cita prometedora y bastante satisfactoria en términos generales.

Un Mozart muy estimulante

Como aperitivo, la primera de las tres grandes últimas sinfonías de Mozart, obras maestras absolutas, con la que Sung evidenció tan buenas maneras como ideas muy claras. Arrancó de forma solemne pero trágica, forzando desde la discreción unos contrastes muy bien articulados, aprovechando al máximo las escalas ascendentes y descendentes de los violines y sus ritmos punteados, y logrando así un notable efecto dramático para centrarse a continuación en los mimbres tempestuosos y resplandecientes de un allegro de estética sin embargo algo sombría.

Fuertemente contrastado resultó también el andante, alternando sus pasajes serenos y delicados con los más animados, y destacando ese intermedio inesperadamente dramático que lo caracteriza. El minueto deambuló por derroteros seguros, con intervenciones excelentes del clarinete, haciendo gala de una irresistible ternura. El allegro final estimuló la flexibilidad de una batuta y un conjunto prestos al cambio radical de registro, abandonando todo atisbo de drama por una incandescente alegría y una vitalidad enérgica y bulliciosa.

Confluencia de talentos

Tras un espectacular arranque del Orfeón Donostiarra en el célebre O Fortuna de Carmina Burana, sólido y musculoso, el canto ascendente que le sigue evidenció un afán por acentuar contrastes y dinámicas en el afamado coro que malogró las posibilidades de la archiconocida pieza, a pesar de la suma atención que Sung empleó para amortiguar el posible eclipse de las voces. El resto de la aportación del Orfeón se movió entre rutilantes intervenciones, como In taberna quando sumus o el apoteósico episodio final que aglutina Ave formosissima y la repetición del O Fortuna, y otras de extremada y poco efectiva delicadeza que impidió disfrutar de su solvencia en los pasajes más relajados.


La intervención de la orquesta fue en todo momento ejemplar, con una atención desmedida de la directora por alcanzar el clímax allí donde correspondía, y lograr insuflar de ternura los pasajes más relajados, con intervenciones imponentes de los metales y las maderas, y un trabajo de la cuerda atinado y colorido. Las tres últimas ocasiones en que hemos escuchado esta página en Sevilla, dos en 2011, para celebrar el veinte aniversario de orquesta y teatro, así como disfrutar de su vertiente participativa, y otra en 2016 con la Orquesta y el Coro Nacionales de España, hemos disfrutado con la intervención de los niños y niñas de la Escolanía de Los Palacios, tan cultivados en la materia que nunca defraudan y siempre logran resultados ejemplares.

En el apartado solista, el trabajo del serbio Milan Perisic fue excelente ya desde la ductilidad y el sentimiento con el que abordó Omnia Sol temperat, con una voz de timbre sedoso y potente, destacando también en el resto de sus intervenciones, siempre desde una estética autoritaria y segura, y sin necesidad de afrontar sus exigentes agudos con el recurrente falsete. También destacó el prestigioso Santiago Ballerini en su breve y grotesca intervención, Olim lacus colueram, exigente en toda su extensión.

Bryndis Gudjonsdóttir, ya fuera de su compromiso con la ROSS por triunfar en la edición del certamen Nuevas Voces de Sevilla de 2022, exhibió una voz potente y equilibrada, acaso menos delicada de lo deseable en pasajes tan subyugantes como In trutina o ese Dulcissime con el que Mariola Cantarero nos puso la carne de gallina en 2011, justo después de ese Tempus est iocundum en el que confluyen todos los talentos de esta apoteósica página tan apreciada por el público en general, como pudo comprobarse una vez más en esta cita.

Fotos: Marina Casanova
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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