Mariano García Valladares, dirección musical. Con Jan Antem, Daniel Noyola, Bryndis Gudjónsdöttir, Karen Gardeazabal, Montserrat Seró, Pablo Martínez, Yoshihiko Miyashita y Luis López Navarro. Teatro de la Maestranza, viernes 10 de octubre de 2025
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Karen Gardeazabal y Daniel Noyola |
Se
echa mano de un segundo reparto, o
reparto alternativo, cuando se programan tantas funciones de un mismo
título que algunas tienen que ir seguidas en el calendario, con el peligro que supone
para la salud de las voces, lo que conlleva también otra dirección musical que
trabaje con los y las cantantes alternativas. Normalmente sólo hace falta
sustituir a quienes cantan los roles principales, pero en Don Giovanni, como sucede también en otras óperas mozartianas, todas las voces tienen protagonismo y necesitan
que se articule ese segundo, o alternativo, reparto.
Suele
suceder que una combinación de voces que
suenan en uno y otro elenco sea la mejor opción para disfrutar plenamente del
espectáculo, pero provocaría un grave desequilibrio que el público no merece.
No es cuestión de comparar los intérpretes de uno y otro elenco, por lo que nos
limitaremos a destacar el trabajo de cada uno y una de este segundo, empezando
naturalmente por quien da vida al personaje central, un Don Giovanni que sonó en la
voz de Jan Antem con fuerza y decisión, aunque aún requeriría algo más de
volumen y proyección. El joven catalán nos brindó un La ci darem la mano y una serenata en las que primaron el buen gusto en el fraseo y el sentimiento en el espíritu.
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Jan Antem y Montserrat Seró |
Pero
como barítono, le ganó la partida Daniel
Noyola, joven también talento mexicano al que ya disfrutamos en el Ariadne
auf Naxos de la pasada temporada. Contó además con el mérito de hacerse con el
papel apenas unos días antes de la representación, ya que acudió a última hora como remedio por la caída que el previsto,
también mexicano Emmanuel Franco, sufrió hace una semana en la tarima de un decorado que nos sigue fascinando, sobre
el que se despliega un excelente teatro con movimientos escénicos de ensueño.
Noyola afrontó su papel de Leporello con vozarrón
y enorme sentido cómico, suscitando una gran ovación al término del agradecido
catálogo de conquistas.
Otra
voz mexicana que nos sorprendió gratamente fue la de Karen Gardenazabal, que se enfundó en una Doña Elvira profundamente
dolida y sufriente, con voz generosa,
amplio registro y versátil expresividad, además de un timbre metálico y de
enorme belleza. Otra de las mayores ovaciones de la noche lo mereció su
hermosísimo Mi tradi quell’alma ingrata.
También convenció nuestra ya familiar Bryndis
Gudjönsdöttir, que tras alzarse hace ya algunas ediciones con el premio Nuevas
Voces de Sevilla, pisa con cierta frecuencia nuestros escenarios. Su voz potente y bien proyectada, aunque
con un timbre una pizca estridente, se hizo fácilmente con el papel de Doña
Ana, si bien evidenció algunos roces y asperezas entre trinos y sobreagudos
sobresalientes, además de una solvente
capacidad para modular.
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Bryndis Gudjónsdöttir y Pablo Martínez |
A Pablo Martínez le falta más seguridad
para resolver algunos problemas de afinación y rebajar vibrato, pero posee una
hermosa voz, con la potencia suficiente
para aportar emoción y sentimiento, especialmente en su aria Dalla sua pace. Más discreto fue el
trabajo de Montserrat Seró como
Zerlina. Tiene gracia y talento,
pero acusa cambios de registro algo forzados y le falta en general un mayor
volumen. Más acertado como actor que como cantante, cambiando a discreción tonos
y registros, estuvo Yoshihiko Miyashita,
mientras el malagueño Luis López Navarro
logró, pese a su juventud, un convincente Comendador, con el tono justo para
resultar suficientemente amenazante
y aterrador.
En
cuanto a la batuta, en manos del también
mexicano Mariano García Valladares, parece increíble que con apenas
veintitrés años se pueda tener tal control y dominio de la partitura, fundirse con las voces con tanto acierto y confianza,
y lograr que la plantilla de la ROSS se ajuste a sus requerimientos con tanto
sentido de la obediencia y la responsabilidad, logrando entre todos y todas una lectura brillante de la imponente
música de un Mozart siempre tan fluido y natural.
Fotos: Guillermo Mendo
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