Dirección Pablo Larraín Guión Pedro Peirano, según la obra “El plebiscito” de Antonio Skármeta Fotografía Sergio Armstrong Intérpretes Gael García Bernal, Luis Gnecco, Néstor Cantillana, Alfredo Castro, Antonia Zegers, Pascal Montero, Jaime Vadell, Manuela Oyarzún, Marcial Tagle Estreno en España 8 febrero 2013
En 1988 la dictadura de Pinochet convocó un referéndum para que el pueblo decidiera si daba o no continuidad a su régimen fascista, convencidos de que lo ganarían, en parte por miedo y en parte por los logros supuestamente conseguidos en el campo económico; ya saben, el argumento que siempre esgrime la derecha. Se trataba en realidad de una estrategia hipócrita que habría de servir para lavar la imagen del país a nivel internacional. Como es bien sabido la operación se les puso en contra y este film muestra uno de los factores que debió provocar esa reacción, una impecable campaña publicitaria. El film de Pablo Larraín, primero en estrenarse comercialmente en nuestro país, trata el tema con suma originalidad, tanto en aspectos narrativos como puramente estéticos. De sus anteriores films, Fuga, Tony Manero (sobre un asesino en serie obsesionado con imitar la imagen del Travolta de Fiebre del sábado noche) y Post Mortem, solo éste último se ha podido ver en nuestro país, en el Festival de San Sebastián. Ahora esta interesantísima crónica sobre uno de los episodios más sobresalientes y singulares de la reciente historia de Chile, hace que deseemos recuperar sus anteriores títulos. Rodado con aspecto deliberadamente desaliñado y cutre, imitando extraordinariamente una estética entre documental y video casero ochentero, a pesar de que en ambientación y figuración se nota que para rodar se ha contado con un presupuesto holgado, la película sobresale por ser un impecable ensayo no tanto de la política en su país, las estrategias y consecuencias de la dictadura y la madurez de un pueblo, como sobre la efectividad de la publicidad y el papel que juega en una sociedad moderna para convencer y concienciar. Un ejercicio brillante por sus planteamientos y sus excelentes interpretaciones, comandadas por un García Bernal convencido y convincente, en un papel ambiguo por su confusa ideología inicial y su papel en principio pasivo en la contienda política. Contiene momentos de magnífico thriller político al mejor estilo americano, sazonados con calculadas dosis de humor y drama y un milimétrico análisis del momento histórico y la situación coyuntural de un país dividido y confundido. El toque de esperpento y sátira (política) lo potencia
una banda sonora en la que sobresale el foxtrot de la Jazz Suite No.1 de
Shostakovich. No es de extrañar por tanto que haya sido bendecido con la nominación al
Oscar a la mejor película de habla no inglesa, primer título chileno en
lograrlo.
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