Tanto la rapsodia para violín y orquesta Tzigane de Ravel, como la Introducción y rondó capriccioso de Saint-Saëns son obras concebidas para el lucimiento virtuosístico del violín solista; de hecho eran obras que se incluían en los largos y generosos programas de entonces como complemento a otras de mayor envergadura; algo así como las propinas o encores de la actualidad. En este sentido la solista suiza Rachel Kolly D’Alba, bajo un aspecto que hacía recordar a la última heroína Pixar, Brave o Indomable pero sin rizos, cumplió con creces su cometido, salvando todas las trampas, armónicos rápidos y pizzicati incluidos, que Ravel situó a lo largo de los casi diez minutos de duración de la pieza, mientras en la de Saint-Saëns cuidó su sonido de belleza extrema nunca recargado, destacando su carácter romántico, espontáneo y hasta mágico. En ambos casos la orquesta se plegó de forma discreta y eficaz. Pero lo más llamativo en la interpretación de D’Alba fue su capacidad para dominar diferentes texturas; así en Tzigane extrajo del violín un sonido áspero con aroma de madera, que parecía rozar no solo la cuerda sino también el cuerpo del violín, sin por ello chirriar, cuidando tanto los aspectos sensuales como los agresivos de la partitura. Con el Rondó capriccioso, obra de inspiración española confundida con zíngara, dedicada a Pablo Sarasate, la excelente violinista supo exprimir todo su encanto nostálgico y complicado virtuosismo, con una respuesta contundente, sobria y mágica de la orquesta. La espléndida exhibición continuó con L’Aurore de Ysaÿe fuera de programa.
Debemos acostumbrarnos a que una interpretación musical es eso, al margen de modas coyunturales, especialmente en lo que a rigor historicista se refiere; lo demás son gustos y, en casos extremos, manías. El también suizo Michel Tabachnik presentó la Sinfonía nº 36 de Mozart - emparentada en su clasicismo y su introducción lenta con la otra gran obra del programa, la nº 3 de Schubert - con generosos efectivos, potenciando su tono serio, suntuoso y elegante, sin por ello descuidar la frescura de su intención y estructura así como su carácter animado. Una interpretación imponente y meditada que no dejó evidencia de la rapidez con la que la compuso su autor, apenas cinco días, y a la que los miembros de la orquesta respondieron con una enorme fuerza y calidez.
Coincido plenamente en tu buena apreciación de la violinista, no tanto en lo tocante a Tabachnik, dicho desde la más profunda admiración a este director.
ResponderEliminarPor cierto, ¿sabías que estuvo implicado en el suicido colectivo de una secta hace unos quince años, como uno de sus líderes, y que creyó entonces que su carrera estaba acabada? Seguramente sí
ResponderEliminarThank you for your nice review. I loved playing with this orchestra, great ambiance, great players! As I am swiss, I know what is Juan talking about... :-( best thoughts, keep posting! Rachel Kolly d'Alba
ResponderEliminarI'm so pleased that you've been able to read my review. All I can say is that we, my companion and I, enjoyed so much your beautiful, singular and strong performing. Best wishes and thanks a lot.
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