Hace tiempo que la Barroca se ha instalado en la formación reducida y así ofreció este nuevo concierto con un precioso programa centrado en músicas compuestas para El Quijote de Cervantes y tres obras de Shakespeare. Si íntima es la relación que desde antaño mantienen la música y la literatura en sus distintas vertientes, más íntimo es el efecto que imprimió Onofri, una vez más al frente del conjunto sevillano, con una interpretación recogida y sobria, de colores más bien opacos y un apurado sentido de la teatralidad, evocando quizás ese acompañamiento teatral sencillo que debía ser habitual en la época.
Completado el ciclo de contratenores llegó el turno a la soprano Soledad Cardoso, a quien vimos en 1999 en las mismas Bodas de Fígaro que se repusieron el año pasado. En la selección de la ópera de estilo galante de Francesco Conti Don Chisciotte della Mancha in Sierra Morena, cuyo estreno tuvo lugar un mismo 11 de febrero de hace doscientos noventa y cuatro años, su voz acusó agudos tirantes y modulación poco flexible, inconvenientes que desaparecieron en las canciones de Purcell, incluido el célebre O Let Me Weep de La reina de las hadas y un soberbio Dry Those Eyes acompañado magistralmente al cello por Mercedes Ruiz, que aunque atribuido al autor se incluye en La tempestad de Locke. Generosa en agilidades nos brindó el virtuosístico Da tempeste il legno infranto del Julio César de Haendel, aunque en todo momento le faltó expresividad. Peñalver por su parte lució desangelado en el concierto La Notte de Vivaldi, justificado en el programa por su movimiento El sueño, mientras al conjunto le faltó empuje en general, notorio en la Suite burlesca del Quijote de Telemann, a pesar de lo cual técnicamente sonó impecable.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 13 de febrero de 2013
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