lunes, 23 de enero de 2023

EL LADO AMABLE DE DOS GENIOS DE LA MÚSICA

4º Concierto del XXXIII Ciclo de Música de Cámara de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Alexa Farré Brandkamp y Katarzyna Wrobel, violines. Francesco Tosco y York Yu Kwong, violas. Gretchen Talbot y Orna Carmel, violonchelos. Programa: Sexteto nº 1 Op. 18, de Brahms; Souvenir de Florence Op. 70, de Chaikovski. Espacio Turina, domingo 22 de enero 2023


Motivos de diversa índole han impedido muy a nuestro pesar que nos hiciéramos eco de los últimos grandes conciertos del Turina, el que convocó a los miembros del Cuarteto Cosmos el pasado viernes y el que protagonizó la noche del sábado el gran violonchelista inglés Steven Isserlis y el conjunto dirigido por Ignacio Prego, Tiento Nuovo. Dicen sin embargo que ninguno de los dos contó con la asistencia masiva del que disfrutó la mañana del domingo la cuarta entrega del ciclo de música de cámara de la Sinfónica, una cita que afortunadamente se repite muchas ocasiones a lo largo de la temporada. No cabe duda de que nos alegramos mucho de que sea así, sin embargo no podemos ocultar de nuevo nuestro asombro por el hecho de que el público sevillano sea tan de costumbres que deje pasar oportunidades como las apuntadas y por el contrario se entregue una y otra vez a experiencias tan recurrentes. Ya lo hemos dicho otras veces, en el cine pasa igual, el cinéfilo sevillano acude una y otra vez a las mismas salas de versión original y pasa por alto que otras importantes citas se exhiben en otros cines que también dedican salas y horarios a ese formato.

Tras un programa de abono de la ROSS íntegramente dedicado a Chaikovski, el compositor ruso volvió a los atriles de sus músicos, pero esta vez en su vertiente más amable y optimista, poco que ver con el arrebato y temperamento que sobresale en sus sinfonías números cuatro y cinco. Pero fue Brahms quien primero asomó en esta cita con dos importantes sextetos románticos, también en este caso en su vertiente más distendida y llena de encanto. La compenetración, el compañerismo y, sobre todo, el entusiasmo, parecieron asomar desde el principio en esta exhibición de lirismo y fuerza que llevaron a cabo los y las seis integrantes del conjunto para la ocasión. El Sexteto Op. 18 es la primera aportación de un todavía joven Brahms al campo camerístico convencional, y con él atrapa las influencias de los grandes clásicos en el género, Mozart y Haydn, así como sus propios juegos armónicos y claridad de texturas. El sexteto de la ROSS se hizo eco desde los primeros acordes de este carácter distendido y poético de la partitura, sin protagonismo palpable de ninguna de las voces por encima de las otras, y una continua alternancia de unas y otras que dieron al conjunto una sonoridad muy atractiva. Un aliento lírico y una sana serenidad informaron el allegro inicial, mientras el muy majestuoso y solemne andante, el más conocido de sus cuatro movimientos, alcanzó una elegancia y una gravedad solo alcance de los más virtuosos. De la nobleza de este movimiento pasaron al vigor danzante del scherzo y la felicidad juvenil del poco allegretto final, en el que los y las músicos supieron conjugar lirismo, robustez y ritmo.


Chaikovski escribió Souvenir de Florencia tras su regreso de tierras italianas, donde compuso La dama de picas. En contraste, este sexteto es claro y fresco, sin atisbo de la negrura que caracteriza la ópera. El autor quedó muy satisfecho, ocupando así un importante lugar en este género típicamente postromántico que inauguró precisamente Brahms con la pieza antes escuchada. Aunque la afinación no estuvo en todo momento perfectamente controlada, no cabe duda de que el sexteto convocado para la ocasión logró una lectura excepcional de la pieza, destacando el frenesí dinámico y rabioso del allegro con spirito, la elegante serenata que le sigue y que da carta de naturaleza a la pieza, con sus localistas pizzicati, su fantasmal intermezzo y el elocuente dúo entre violín y violonchelo. Después, las danzas se hicieron presentes en un melancólico allegro moderato, y el color y la rusticidad en el allegro vivace que tanto gustaba al autor por su poderosa fuga final, y que Farré, Tosco, Talbot, que además ejerció de simpática conductora del programa, Wrobel, Kwong y Carmel tradujeron en frescura y vivacidad, y manteniendo en todo momento un sonido robusto y a la vez sedoso.

Fotos: Marina Casanova
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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