jueves, 12 de enero de 2023

UN ROMEO Y JULIETA TAN SENCILLO COMO DESLUMBRANTE

Romeo y Julieta. Ballet de Serguéi Prokófiev. Ballets de Monte-Carlo. Jean-Christophe Maillot, dirección y coreografía. Igor Dronov, dirección musical. Ernest Pignon-Ernest, escenografía. Jérôme Kaplan, vestuario. Dominique Drillot, iluminación. Con Olga Smirnova, Francesco Resch, Jaat Benoot, Mimoza Koize, Jaeyong An, Michäel Grünecker, Adam Reist, Lennart Radtke, Katrin Schrader. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Teatro de la Maestranza, miércoles 11 de enero de 2023


Aunque solo sea por disfrutar en directo con la excelsa música de Serguéi Prokófiev, merece la pena enfrentarse una y otra vez a este clásico del ballet. La última vez que recordamos lo programó el Maestranza fue en 2016 a cargo del Aalto Ballet Essen, el mismo que el año pasado protagonizó esta primera cita anual del coliseo sevillano, con El lago de los cisnes. Tres años antes, Goyo Montero nos ofreció su particular visión de la obra con la Compañía Nacional de Danza y música enlatada y reducida en alrededor de una hora. También algo amputada, unos veinte minutos, estuvo la que anoche pudimos disfrutar con la coreografía de Jean-Christophe Maillot y la compañía que dirige desde hace ya un buen puñado de años, los Ballets de Monte-Carlo
Con ese apellido el artista francés parecía destinado al ciclismo o al ballet. En esta segunda disciplina ha firmado páginas gloriosas, como este Romeo y Julieta que estrenó en la Sala Garnier de la Ópera de Monte-Carlo en 1996. Desde entonces se ha paseado por diversas plazas, algunas españolas, hasta alcanzar las más de cuatrocientas representaciones y recalar en nuestro teatro de la ópera para satisfacción de la afición y la que no lo es tanto.


Maillot ha creado una versión del drama shakesperiano que redunda en el destino implacable e inevitable, por encima de planes y programaciones, que aquí toma la forma de Fray Lorenzo, con alzacuellos pero disfraz de fatalismo en su interior. Para darle vida, Jaat Benoot se somete a un trabajo de introspección inaudito en un espectáculo de danza, que adorna con movimientos espasmódicos y muy calculados, los mismos a los que se ajusta un conjunto de bailarinas y bailarines cuyo trabajo en equipo se convierte en seña de identidad de la función. Maillot recrea los parámetros del ballet clásico combinándolos con recursos indiscutiblemente contemporáneos, destacando los delicados pasos a dos de la pareja protagonista, Olga Smirnova, estrella del Bolshoi exiliada por su repulsa a la invasión de Ucrania, y el atlético, juvenil y travieso Francesco Resch. Junto a ellos destaca el baile furioso y desenfrenado de Mimoza Koize al conocer la muerte de su hijo Teobaldo, un preciso y elegante Jeyong An. También destaca el baile cómico y travieso, pleno de humor y acrobático de Michäel Grünecker como Mercucho, y la belleza y elegancia en pasos y figuras de Katrin Schrader. Pero es el conjunto, con sus números, paros congelados, mímicas y prodigiosos ralentíes, lo que más destaca en esta función, sin protagonismos absolutos, lo que quizás permita que no se hayan programado repartos alternativos para las cuatro funciones seguidas que se podrán disfrutar en el Maestranza.


Los decorados sencillos, con paneles movibles blancos y perfectamente iluminados para crear texturas y relieves, así como un vestuario igualmente sencillo pero muy sensual y efectivo, marcan también el carácter inequívocamente contemporáneo de la empresa. Cabe celebrar una vez más el excelente trabajo de la Sinfónica de Sevilla, a cargo esta vez del especialista Igor Dronov, queremos entender que también contrario a la invasión de Putin, que demostró conocer muy bien la partitura, todos sus resortes, giros expresivos, pautas y texturas, para así conducir con precisión su envolvente sensualidad, sus grotescas melodías, especialmente apreciables en la escena del espectáculo de marionetas (humanas) creado para la ocasión, y la fuerza brutal de sus pasajes más dinámicos y agresivos. La orquesta respondió a todos estos requerimientos con la responsabilidad, profesionalidad y disciplina que le caracteriza, aunque en el camino hubiera algún que otro desliz sin importancia, especialmente en los siempre exigentes y traicioneros metales. Nada que pudiera deslucir un trabajo en equipo tan impecable que transmitió una compenetración y una amistad inquebrantable (aunque pueda ser solo en apariencia) por parte del joven pero curtido elenco.

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